Pongamos que un día el Valencia CF, quienes ese día representaban al Valencia CF, le dijeron a Villa que el club necesitaba traspasarlo. Es algo que nos puede gustar más o menos, pero es absolutamente respetable porque los jugadores son un activo importante de un club de fútbol. A partir de ese día, el agente de Villa empezó a moverse y consiguió varias ofertas interesantes para el futbolista y también para el Valencia. Lógico, porque el jugador al que representa es una pieza codiciada por muchos. Después, más para bien que para mal, hubo un cambio en el Valencia CF y quienes ahora representan al club no están por la labor de aceptar ninguna de esas ofertas. Es más, tienen el firme propósito de hacer un esfuerzo para que la afición del Valencia siga disfrutando con Villa y ninguna obligación de volver atrás y respetar una decisión que se habría tomado hace más de un mes en otras circunstancias.

Ahora, al revés

Pongamos ahora que Villa hubiera tenido algún día la intención de marcharse del Valencia, porque piensa que en otros clubes sus aspiraciones deportivas pueden cumplirse, porque le pagan mucho más —no parece que sea lo principal para él— o porque sus contratos publicitarios en un equipo como el Barça valen el doble que en el Valencia. El club, en esas circunstancias, se habría visto obligado a negociar con esos equipos y sacar el mejor beneficio posible. Pero Villa, que tiene un contrato largo firmado con el Valencia, también podría cambiar de opinión y decidir que ahora prefiere quedarse, porque se ha dado cuenta de que esos equipos no lo valoran debidamente o simplemente porque su mujer y su hija son felices aquí. El Valencia, entonces, tendría que comerse esos acuerdos y quedarse con el jugador perdiendo dinero.

Los contratos

La conclusión es que hay que empezar a pensar que cuando un futbolista firma un contrato es para respetarlo. Si sus aspiraciones futuras son otras, no firmar más de dos o tres años y no ampliar el vínculo a cambio de mejorar su salario. Sólo así acabaremos por entendernos y limpiar la imagen del fútbol. Puede que el Valencia haya cometido errores debido en gran parte a su caótica situación de los últimos meses, pero si hoy Villa tiene que continuar defendiendo esta camiseta también tendrá cosas que explicar para recuperar el favor de esta afición. Seguramente lo hará con goles más que con palabras.

La ampliación

Dirán que Manuel Llorente hizo ayer una maniobra para la galería al suscribir 48.000 euros en acciones, pero la clave para la credibilidad de la ampliación de capital es que a partir de hoy otros muchos hagan lo mismo. Especialmente los que un día compraron acciones al constituirse la SAD para figurar en el Consejo de Administración y tener entradas para las finales, pero que desde entonces, que se sepa, no han vuelto a poner ni una peseta ni un euro más en el Valencia más allá de pagarse el abono anual. Porque, que se sepa, prácticas como invitar a cenar a periodistas, vender acciones a Bautista Soler o a Inversiones Dalport no es poner dinero en el Valencia CF.