No es la primera vez que el Valencia hace un gran partido ante el FC Barcelona. Un punto, tal como se desarrolló el partido, puede incluso saber a poco. Por tanto, la felicidad que reina en el Valencia CF después del partido del sábado hay que buscarla en lo que todavía no estamos en disposición de cuantificar. ¿Es lo que vimos ante el Barça el tan deseado equilibrio? ¿Es posible que Emery lo haya encontrado tan deprisa, después de apenas unas semanas de perseguirlo?

Ahora que llega el frío, ¿habrá encontrado el entrenador la manta a medida a la que tanto recurría Rafa Benítez para explicar que no conviene taparse cap i tot si la tela no llega para cubrir también los pies? Si es así, bienvenido sea el equilibrio, porque el partido será una prueba más que evidente de que el espectáculo y el buen fútbol está como casi todo en la medida exacta de las cosas, ni en el ataque a lo loco ni por supuesto en la defensa a ultranza.

Si comparamos el fútbol que desarrolló el Valencia con todo lo visto hasta ahora, no hay duda de que se ha dado un gran paso hacia ese equipo sólido y competitivo que la afición desea ver, un fútbol no exento de color en ataque pero a la vez implacable en defensa. Calidad y sacrificio. Queda mucho por ver, pero lo fundamental ahora es que todo lo bueno que propuso el Valencia posiblemente ante el mejor equipo del mundo no se quede en un espejismo.