Les cuento una historia que leí hace unos días. Resulta que la Universidad de A Coruña se gastó un millón de euros en una máquina de las que sólo existen ocho en todo el mundo. El aparato en cuestión, llamado espectrómetro, funcionaba gracias a un científico que era su guardián y amante, ya que era el único que sabía utilizarla. A este cerebrito en cuestión se le acabó la beca y a los listillos de la Universidad se les olvidó crear una plaza para su área, por lo que no pudo optar a renovar su contrato. Ahora el científico está en el paro (al menos lo estaba hace diez días) y la Universidad de A Coruña tiene como objeto decorativo una maquinita por la que desembolsó más de un millón de euros.

Leído tal desaguisado, lo primero que me vino a la mente fue: «Si a los nacidos para sentar cátedra les pasan estas cosas, qué no le iba a pasar al Valencia de Juan Soler». Lo segundo, un grupo que, como tantos otros de esa época, conocí gracias a mi colega Sergio, Parálisis Permanente. Entre las canciones que crearon Eduardo Benavente y Nacho Canut —cambiando de tercio y olvidándome del científico, del espectrómetro y de Soler— hay una titulada ´Autosuficiente´ que me trae buenos recuerdos y que empieza tal que así: «Me miro en el espejo y soy feliz...». El resto de la letra nada tiene que ver con el Valencia, si bien, el valencianismo tiene motivos para mirarse en el espejo y ser feliz.

Porque Emery tiene a sus órdenes a uno de los tres mejores delanteros del mundo, el ´Guaje´ Villa, que lo es de España con diferencia; en Mestalla juega un futbolista que tiene algo que le hace ser diferente a cualquier otro, Silva, y en el vestuario de Paterna hay dos de los jugadores de más proyección en la que es la mejor selección de Europa, Mata y Pablo. Sólo por ellos uno puede mirarse en el espejo y ser feliz, con que a poquito que el resto mantengan el nivel de hasta ahora... soñemos, que es gratis.