De pequeño me impusieron las costumbres y me educaron para hombre adinerado, pero afortunadamente las costumbres cambian igual que cambia el fútbol y el dinero como la suerte viene y va. De mis primeros años en Mestalla las costumbres eran que el Valencia ni siquiera se podía permitir el lujo de soñar con plantarle cara al Madrid y al Barcelona. Ayer el Valencia no ganó y hay quien podría pensar en el peso de las costumbres y en que lo mejor que podemos hacer es dejar de soñar gilipolleces de que podemos ganar la Liga y dedicarnos a nuestras guerras de Champions. Y no es que a mi me guste soñar libre al sol y al viento, es que pienso —y siento adentro— que este equipo, más allá del tropiezo de ayer, es candidato a pelear por el título de liga hasta las últimas jornadas.

Cada mañana

Cada mañana te miro al pasar, te miro, te tiro y me piro sin más y la de hoy era una buena mañana para almorzar fardando con la victoria del Valencia. Era un buen día para leer el SUPER plácidamente en el banco de la plaza al calor del sol de invierno. También era un buen día para comer paella viendo los resúmenes de la victoria del Valencia. Y sobre todo, una excelente tarde para sentarse ante la televisión y ver el partido entre los guapos cada uno por su lado, y a la vez reir y a la vez llorar de no saber qué gol celebrar... Pero va a ser que no, y el penalti de ayer, como un reloj, lo tengo en la cabeza a todas horas, y compréndelo, Bruno, que tenga miedo a estar contigo a solas cuando saltas dentro del área a por un balón mal despejado.

Sin parar

Pero amigo Bruno, hoy me cuelgo de tu pelo y me engancho de tu miel, y hoy, como ayer, pienso que el Valencia deja escapar la victoria por un cúmulo situaciones individuales que espero no nos impidan ver el verdadero fondo de un equipo con ganas y un objetivo común. El partido de ayer se empata y no se gana primero porque Villa se empeña en rematar a gol un balón que entraba solo y que con ello invalida el seguro gol de Silva. Se empata y no se gana también porque Joaquín y Pablo no la meten dentro y le pegan al palo. Y se empata y no se gana porque a Bruno se le va la pinza después de despejar mal y comete un penalti que se puede calificar de incomprensible, pero en libros de ciencia he podido estudiar que somos microbios venidos a más, y por lo tanto, los jugadores del Valencia son seres humanos a los que por una vez y sin que sirva de precedente vamos a perdonar porque queda mucho por delante y porque no es la afición del Valencia de las que se esconde si no va a salir el sol y de las que espera a mañana por si tal vez se siente mejor.

Lleno de enanos

Esto lo digo para que nadie pierda la fe en nuestros cuatro pequeños de arriba, ni en los dos enormes de atrás. Para que todo el mundo siga confiando en el jovencísimo —de espíritu—portero que tenemos y para que este miércoles llenemos Mestalla y animemos tanto al Valencia que los franceses del Lille no tengan más remedio que pensar que este planeta está lleno de enanos, lleno de enanos