Como el clima cada día está más raro, qué les voy a contar que no hayan notado. Como cada día es más difícil que el Valencia sea respetado en Madrid y en los medios madridistas con parabólicas hacia su levante feliz. Porque el desencuentro se agranda por culpa de los talibanes del centralismo que predican el pensamiento único. Como es imposible que las palabras de Albelda se interpreten en plan de autoafirmación y son un simple ataquito de celos. Y como el victimismo del equipo de Florentino, Valdano y su subvencionada brunete mediática crece a pasos agigantados, será cuestión de ponerse la bufanda. Hay que saludar el llamamiento de la Agrupación de Peñas para demostrar a todo el mundo que el Valencia es uno de los equipos más grandes. Que tiene uno de los mejores delanteros, digo de Villa. Que los bajitos blanquinegros —que aquí llamamos con orgullo (y en vernáculo) los ´xiconiuos´—, los Mata, Pablo y Banega, llevan camino de leyenda. Que los todocampistas (Albelda y Marchena) son la envidia de cualquier equipo con ambiciones. Que la muralla china de Bruno, Navarro, Dealbert y Mathieu es la más buena, bonita y barata del campeonato, y que César es la veterana solvencia con guantes. Todo eso es motivo suficiente para ponerse la bufanda naranja o blanquinegra en señal de alegría y demostrar al orbe futbolístico que el vetusto Mestalla es un templo respetable donde manda el fútbol, nunca la prepotencia, ni mucho menos la chulería. Porque ese trozo de tela que sirve para abrigar el cuello y la boca es una pieza de distinción entre las mejores hinchadas de Europa.

Estímulo

El partido de mañana sirve para mucho. Por ejemplo, para que algunos madridistas se enteren de una vez que hay grandísimos jugadores que prefieren jugar en Valencia antes que en una galaxia espacial de la tercera dimensión. Que el dinero mal invertido nunca asegura títulos y que la ´Roja´ opta al Mundial con más jugadores en Mestalla que en Bernabéu. Que el Madrid fue un equipucho desde su fundación hasta que fichó a Di Stéfano primero, y hasta que desde entonces fue descaradamente beneficiado por los árbitros que tenían miedo a quedarse sin cobrar si eran neutrales con el equipo del régimen anterior y parte del actual. Así que pónganse la bufanda con orgullo mañana, que seguro que no molesta.