Los pies en el suelo, pero la ilusión por las nubes. Es lícito soñar para el valencianismo. Hay equipo, no se trata de ningún espejismo. Vendrán días duros y reveses inesperados, seguro, pero al menos, sabemos también algo muy importante: el Valencia ha formado un bloque y está capacitado para luchar sin complejos. No es cuestión de ponerse objetivos concretos, tan sólo se exige afrontar cada cita con la seriedad y la concentración evidenciadas en el campo del Bursaspor, esa es la gran ventaja del club de Mestalla, que no depende de una obligación para aprobar el curso. Si logra ir paso a paso, haciendo de cada encuentro una prueba de fuego, si se quita de encima la losa del favoritismo y no le deslumbran los focos del escenario, este Valencia puede ofrecer grandes satisfacciones. De momento, ya ha convencido en apenas un mes a los escépticos. Su marcha en la liga y su impresionante debut europeo ha forzado el cambio de discurso en torno a un proyecto al que los grandes ´popes´ de la información apenas concedían importancia. Si el equipo sigue por esta senda, habrá que recordarles sus pronósticos agoreros o su desprecio hacia una entidad que es grande aunque no se ubique en la Castellana ni en Canaletas.

Plantilla hecha a imagen y semejanza de Unai

Unai Emery estaba hace un año contra las cuerdas. Sendos empates en casa contra el Atlético y el Sporting, por culpa de goles encajados a última hora, le pusieron en la picota. Fernando tranquilizó a Llorente, por entonces recién aterrizado en el cargo, y más que nervioso por aquellos tropiezos. El entrenador salvó la situación, acabó la temporada y se ganó la continuidad en el cargo. Unai transmite ahora la sensación de no ir a remolque de la plantilla, de dominar todos los resortes del grupo y de mantener el fuego sagrado de competencia entre todos los elementos del grupo. Después de la poda, esta plantilla parece hecha a su imagen y semejanza. El técnico vasco puede obtener un mayor rendimiento de un grupo en el que impera el compromiso solidario. Al menos, de momento. En Alicante darían lo que fuera por ganarle al Valencia. No será el infierno turco, pero llevan trece años esperando la visita de los de Mestalla. El Hércules está crecido y no es para menos. Su triunfo en Barcelona ha disparado la euforia. En esas llega el Valencia con su pleno liguero y su goleada en Turquía. Choque de trenes y ambiente intenso en la grada. Ya quitaron la pancarta del día de Karlsruhe ubicada en uno de los fondos, pero la animadversión no ha decrecido. Vencer al Valencia supone lo máximo para los herculanos, así que Emery y sus hombres han de ponerse serios desde el principio si no quieren sufrir un revolcón. La presencia y el aliento de los valencianistas en el Rico Pérez también se antoja fundamental. La tarde del domingo promete emociones fuertes.