Me encanta. El madridismo está frustrado después de pasar por el Ciutat de Valencia. Los periodistas madridistas están enfadados. Nunca un empate les había sentado tan mal y a mí tan bien. Son circunstancias de la vida. Llegaron a Valencia pensando, al igual que yo, que iban a ganar con suma facilidad y sólo pudieron sacar un punto y gracias. Se marcharon enfadados, en contraste con mi alegría. Es una pena que el entorno del Madrid pierda el señorío, en especial sus portavoces mediáticos.

Césped y entradas

La tropa madridista ya empezó, un día antes del partido, su peculiar campaña anunciando a toda España que el césped del Ciutat de Valencia es un patatal. Se olvidan que el Real Madrid, a las primeras de cambio, ha tenido que cambiar el césped del Santiago Bernabéu porque no estaba en condiciones de un club de su poderío económico, deportivo y social. Eso si que es grave, no saber preparar, durante el verano, el césped para que jueguen las estrellas. El terreno de juego del Levante UD no es el ideal, es el que corresponde a un club con muy limitados recursos y hace todo lo posible por mejorarlo. Desde Madrid también se quejaron del alto precio de las entradas. En cambio, no hicieron comentario alguno, con respecto a la cuantía de los abonos para la temporada, donde se incluía el partido con el Real Madrid, los más bajos de la Primera División. A eso se le llama periodismo de investigación: veraz y riguroso.

Los defectos del Madrid

Menuda tarde-noche nos dieron los locutores madridistas y los comentaristas que les acompañan. Más de cinco horas observando y analizando los errores del Madrid, que por cierto son muchos y variados. El partido no lo habían ganado por los fallos propios. ¡Qué desfachatez! No supieron reconocer, la pasión les ciega, que alguna virtud tuvo el Levante UD para sumar un punto en contra de todos los pronósticos. La virtud del Levante UD residió en el planteamiento de su técnico, Luis García Plaza, y en la positiva actitud de sus jugadores. Supo crear un partido antipático ante un rival pletórico de calidad. No tenía otra opción. Los jugadores levantinistas fueron disciplinados, creyeron en las ideas de su entrenador, en sus posibilidades. Ofrecieron una lección de compromiso y honradez. Salieron airosos porque dieron la cara y supieron poner el pie con virilidad y nobleza. El entrenador madridista, Jose Mourinho, el mismo que gana diez millones de euros netos al año, no encontró la fórmula de contrarrestar el planteamiento de Luis García Plaza. No tuvo lucidez para dirigir a sus jugadores a la victoria. Esta es la pura verdad, como verdad lo es también que su talento lo empleó para convencer a su presidente, Florentino Pérez, de que le abone tan sustancioso contrato.

Reina e Higuaín

Está claro que, pese a todo, tuvo más claras oportunidades el Madrid de ganar el partido que el Levante UD, pero indignan comportamientos tan parciales, sesgados y sin pensar que las palabras, de tan visceral legión de analistas, van dirigidas a toda España y no sólo a los madridistas. Encima, algunos lo hacen desde la radio pública, sin pudor alguno. En el último suspiro del encuentro Higuaín disfrutó de una clara ocasión de conseguir, para su equipo, los tres puntos pero el guardameta Reina lo impidió. Con Higuaín se cebaron, lo criticaron desde los ángulos más diversos y posiciones más audaces. Por supuesto, ni una sola palabra de elogio para la excelente actuación de Reina. Al final, tanto desprecio pasa factura al madridismo, al transformarse la histórica admiración en cotidiana antipatía. El Levante UD, en los dos últimos partidos, ha sumado cuatro puntos. Ha tomado oxígeno, su autoestima gana enteros y prestigio su entrenador, Luis García, por sus planteamientos, lectura de los partidos y por demostrar que pone en liza a los mejores. Y, por supuesto, nada está hecho.