Antes de que alguien busque la clave de lo que vimos en la inyección de petrodólares, digamos que todos los refuerzos de invierno del Málaga que jugaron anoche no alcanzan ni de lejos lo que el Valencia pagó solo por Soldado, al que Emery además se pudo permitir el lujo de dejar en el banquillo. Once contra once, el equipo de Manuel Pellegrini fue un vendaval. Con un fútbol rápido y vertical pilló en frío a todos menos a uno, a Guaita. Cuando apenas se habían jugado 35 segundos ya había salvado un gol con otra parada extraordinaria. Con diez fue hasta superior excepto unos pocos minutos al comienzo de la segunda parte. Y con nueve dio una lección de coraje y táctica que puso en evidencia al tercer clasificado de la Liga. Tercero gracias a cinco victorias consecutivas cargadas de suspense, de claros y oscuros, tercero a la espera de lo que haga el Villarreal, pero tercero.

Suerte

El Valencia, para qué negarlo, tuvo suerte. Necesitó que todos los factores decisivos se alinearan a su favor para que el Málaga no ganara este partido. No fichó a Demichelis, pero anoche sin duda fue mejor tenerlo enfrente. Fue el argentino quien provocó el penalti y su expulsión cuando el Málaga se estaba dando un baño de fútbol en Mestalla. Emery, aunque la chaqueta solo la tiraría al final, también se debió quedar helado. Pensaría en esos momentos que todo se lo iban a hacer ellos porque, ¿qué hizo cuando el rival se quedó con diez? Hasta el descanso, nada. Es decir, que siendo uno menos era el Málaga el que jugaba con dos delanteros y el Valencia con uno, quizá por eso antes de llegar al 45´ hacía el segundo gol y se iba al vestuario con ventaja. ¿Y después? Pues sí, hizo los cambios correctos, los que seguramente hubiera hecho cualquier aficionado, y le funcionaron.

Misterios

El Valencia se llevó al descanso los silbidos de Mestalla, esta vez merecidísimos. Sirvieron, además, de revulsivo. Cuando por primera vez se puso por delante, el partido parecía finiquitado, porque lo último que se puede esperar de un equipo serio es que con 3-2 en el marcador y contra nueve el contrario tenga dos contragolpes y en uno de ellos empate el partido. Pero sí, esos son los misterios de este Valencia, los que nos hacen dudar de todo, del entrenador, de los jugadores, de lo divino y de lo humano.

Mucha ventaja

Hoy por hoy, dejar en el banquillo a Joaquín y a Soldado es de salida dar demasiada ventaja al rival. Y la Liga, porque la Copa ya es historia y la Champions queda todavía un poco lejos, no está para dar ventajas. Ojalá a partir de ahora se pueda decir lo mismo de Banega.

El Málaga y el árbitro

Cualquier equipo en la situación del Málaga clamaría cargado de razones contra el arbitraje. No por el penalti y la expulsión de Demichelis, que no admiten duda, pero sí por el diferente trato que tuvo Rubinos Pérez con unos y otros, especialmente cuando uno de los equipos ya está en inferioridad. Están en su derecho de protestar la segunda roja porque, a simple vista, no fue para tanto. De haber estado en el palco el jeque de Kuwait, el del Mundial 82, hubiera bajado al terreno de juego de Mestalla a intentar anular el 4-3 ó, en su defecto, a ponerse de árbitro, pero ni los jeques árabes de ahora son como los de antes.