El Valencia CF quiere llegar a los 45.000 socios y el Levante UD a los 15.000. Son las cifras que los dirigentes, de ambas instituciones, se han marcado como objetivo para afrontar con garantías la temporada. Y sus loables deseos se producen en medio de una crisis económica que ahoga a la denominada clase media, la que acude en masa a presenciar los encuentros que disputan sus equipos favoritos.

Privilegio

Tanto el Valencia como el Levante están en pleno periodo de renovación de abonos y, a falta de cifras oficiales, todo parece indicar que aún se encuentran lejos de sus respectivos objetivos. En medio de esta travesía, no puede pasar desapercibida la petición de la patronal valenciana al reclamar al Consell, de Francisco Camps, que tome «decisiones duras e impopulares». Sugerencias que se ofrecen desde confortables restaurantes donde el menú del día no oscila, precisamente, entre los 8 y 10 euros, por ejemplo. Propuestas que nacen desde sectores con las espaldas bien cubiertas y, en algunos casos, con suculentos ingresos que les permiten adquirir pisos de un millón de euros más reforma, en la Gran Vía de Valencia. Esto de la crisis es curioso. Siempre paga los platos rotos el mismo, el hombre de la clase media, que emplea la paga extraordinaria del mes de junio para sacarse el pase del Valencia CF, Levante UD o Power Electronics, por citar tres casos concretos. Y ya sabemos lo que significan «decisiones duras e impopulares»: más paro, menos ingresos y más sacrificios para los desfavorecidos. ¿Se reducen los salarios las cúpulas empresariales, políticas, deportivas o tecnócratas? ¿Mandar a la gente al paro es la única alternativa para superar la crisis? Hay otras opciones pero esta es la más fácil.

Recorte de inversión

Desde hace más de un año, la Generalitat como los ayuntamientos ya vienen recortando la inversión en el deporte. Hay que acomodarse a la coyuntura económica que nos toca vivir. Ahora, el Consell anuncia una nueva reducción, del 25%, a las federaciones valencianas. Quizá este sea el camino que ordenan y mandan ´los mercados´, pero a mí no me gusta. No me agrada este tipo de medidas y máxime porque van dirigidas al deporte base, al deporte amateur. De la misma forma que no me gusta que cuando un joven no aprueba sus asignaturas, los padres sólo encuentren como forma de estimularlo, castigarlo a no hacer deporte. La práctica del deporte es un derecho, como lo es también el trabajar, y nunca debe interpretarse como un privilegio. Encima es una actividad que contribuye a la integración social y potencia la autoestima. En cambio, sí que acepto que los recortes se produzcan en el deporte profesional. El dinero público, más en momentos de crisis, no debería encontrar acomodo en el deporte profesional, en algunos eventos, donde el retorno a la inversión es más que discutible. No hay dinero para las federaciones pero sí que lo hay para alimentar los palcos Vips de los grandes acontecimientos, a los que tan acostumbrados estamos y donde unos pocos consiguen jugosos beneficios.

Atender a la cantera

Así pues, con independencia de que el Valencia CF y el Levante UD consigan la masa social que persiguen, sería bueno que mirasen con mayor entusiasmo a sus propias canteras. El Valencia ha realizado un par de fichajes que pueden traer consigo taponar a la gente de la casa. El Levante, en este aspecto, tiene por imperiosa necesidad aprovechar todo lo que sea válido en las categorías inferiores. Aspirar a valencianizar los dos clubes no es una utopía y máxime cuando la situación económica, por la que atraviesan, no es para lanzar las campanas al vuelo aunque estén experimentando una línea de mejora con respecto al pasado. La reducción de salarios, en beneficio de la cantera, debe llegar a los dirigentes profesionales así como a los propios especialistas, es decir, a los técnicos y jugadores. De lo contrario, no tiene sentido sacrificar la paga extraordinaria para provecho de unos pocos.