El delantero ecuatoriano, Felipe Caicedo, se ha convertido en una fuente de alegría y de recursos económicos para el Levante UD. Sus goles y sus puntuales apariciones, en la pasada temporada, fueron circunstancias decisivas para que el club lograse el objetivo marcado. Ahora, con su traspaso al Lokomotiv de Moscú (falta la confirmación oficial), aporta una riqueza material (7,5 millones de euros) de la que se está necesitado.

Sensible baja

La llegada de Felipe Caicedo al Levante UD estuvo marcada por las dudas derivadas de su propia trayectoria. Desde que fue fichado por el Manchester City ha estado cedido a uno u otro equipo. No daba la sensación de cuajar en ninguno y de ahí sus constantes cambios de aire, a pesar de su juventud. Ha sido, precisamente en el Levante de Luis García Plaza, donde recuperó protagonismo y sacó a relucir sus extraordinarias condiciones para la práctica del fútbol. El servicio prestado al levantinismo hay que calificarlo de extraordinario. Sus goles fueron decisivos para sumar los puntos que se precisaban. Sin su concurso hubiese sido tal vez imposible lograr la permanencia en la Primera División. Con su probable marcha al club moscovita se pierde a un jugador que marca las diferencias. Va a resultar muy complicado encontrar un sustituto de sus características y sobre todo de su rendimiento. Sin embargo, es verdad que la ocasión hay que aprovecharla y máxime cuando existe el firme compromiso, por parte de los dirigentes levantinistas, de cumplir con los compromisos contraídos. De todos modos, es bueno tener claro que el traspaso de Caicedo equivale a perder uno de los puntales sobre los que se cimentó el éxito en el pasado.

Mantener la base

La temporada que se fue resultó maravillosa para el Levante UD. La complicidad existente entre todos cuantos conforman el club fue la base del éxito. Mantener esta línea de entendimiento es uno de los grandes desafíos a los que se someten los que inician un nuevo proyecto. Por lo pronto, se ha conservado la base de la plantilla. Los cambios realizados son los obligados por las circunstancias tanto en el apartado técnico como en el de los jugadores. La limitación de los recursos económicos condiciona el proyecto deportivo. El aficionado desea un salto de calidad en la plantilla pero este no se está produciendo en la renovación de los abonos para el nuevo ejercicio. El Levante UD tuvo en 2010/2011 alrededor de 11.500 socios y de estos sólo, por el momento, han renovado su abono unos 6.500. Con estas cifras ya tiene mérito el camino que está recorriendo el club. Un mérito que hay que personalizarlo en los miembros del consejo de administración y en la secretaría técnica. Disponer de buenos jugadores y encima en condiciones económicas favorables no es nada fácil. De ahí que la plantilla aún no se tenga cerrada a falta de cinco semanas para el inicio de la nueva temporada. Es más, habrá que esperar hasta el último segundo para aprovechar los descartes de los clubes poderosos, al menos en cuanto a nombre, dado que casi todos están más que erosionados en el aspecto financiero.

La Senyera

Dentro de la espiral de decisiones positivas tomadas por el consejo de administración del Levante UD, hay que destacar que se aprobase el equipaje con los colores de la Senyera. De este modo, los símbolos que representan a todos los valencianos no se convierten en propiedad exclusiva de ningún grupo deportivo, económico o político. La apropiación de los mismos no es un hecho positivo para el conjunto de una sociedad y, en ocasiones, el grupo predominante tiene la tentación de hacerlo. Sería bueno que este equipaje se estrenase coincidiendo con la disputa de un encuentro que provoque el mayor interés posible para que no pase desapercibido en el conjunto del fútbol español. Y para que la Senyera se luzca con sentimiento hay que profundizar en lo que está haciendo: valencianizar a la plantilla y dotarla de valores y estilo de comportamiento. Un equipo integrado por jugadores cercanos despierta admiración, interés y apoyo.