Me acosté y aún no sabía por qué, pero estuve todo el día un poco nervioso. Por la tarde jugábamos el segundo partido y como no había tenido minutos en el primer encuentro sentía algo en mi interior, porque claro, no voy a negar que hacía ilusión tener unos minutos.

Malditos espaguetis

La verdad es que cuando juegas a las 15:00 horas tienes que cambiar tus hábitos, si habitualmente cuando estoy en Valencia ya como tarde, imagínate a las 11 de la mañana teniendo que comer un plato de pasta y fruta. No había forma de comérmelo, pero es lo recomendado cuando juegas a esa hora y aunque los espaguetis se resistían, me los comí todos. Y un poco más tarde nos subimos todos al autobús. Esta vez el partido lo jugábamos más cerca de Marienfeld y cuando llegamos al estadio Pellegrino dio los dos equipos. Y sí, mi nombre sí que estaba esta vez, si no había cambio de planes podría jugar la segunda parte. ¿Sería eso por lo que estaría nervioso? La verdad es que no lo sé.

Un gol para la familia

Ya en el campo me encontré cómodo. Actuar como mediocentro no es habitual para mí, pero yo estoy aquí para jugar donde me diga el míster e intentaré hacerlo lo mejor posible. Pellegrino me transmitió tranquilidad. Y quién lo iba a decir, marqué un gol y todo. Se lo dedico a mi familia y a los amigos.

Entraron sospechosos

Mi compañero en el centro del campo fue Portu, sí, al final me voy a aburrir de él porque somos la pareja jugando al futbolín, al ping-pong, y ahora dentro del campo. Nos llevamos muy bien. La noche anterior nos reímos mucho cuando de repente entraron por nuestra ventana unos sospechosos que nos pegaron unos capones y a alguno también le bañaron. Al principio te asustas, pero€ ¡Qué risas!