Aún no había ni empatado la Real Sociedad cuando llegó a mi móvil este mensaje: «En este Valencia no existe la solidaridad, se nota que en la plantilla hay clanes y los que mandan son los...». Omitiré el final por decoro, pero este par de frases, obra de un amigo y compañero de profesión en el extranjero, quien por cierto bebe de buena fuente en el interior del vestuario, sintetiza la alarmante falta de unión en el equipo, hasta la noche de ayer, de Mauricio Pellegrino. Ni la bronca que desveló SUPER entre Gago y Feghouli en La Rosaleda fue por casualidad, ni tampoco el indolente caminarde los jugadores, salvo tres o cuatro, en una nueva actuación vergonzosa contra la Real, que dio continuidad al espanto de Málaga.

Una Senyera en la ONU

Del fútbol que aporta el Valencia hay poco o nada de lo que hablar. Tampoco del Flaco, pues es historia como técnico blanquinegro. El problema es tan gordo que los errores defensivos, la falta de ayudas, la colección de pérdidas en la argentina sala de máquinas o la expulsión de Jonas€ todo eso da hasta igual. Esto es, sobre todo, cuestión de profesionalidad. La Real acabó haciendo cinco dianas, una más que el Málaga de Isco. Sin embargo, como les pasó a los de la Costa del Sol, los txuri-urdin se quedaron cortos. Diego Alves salvó otra vez un bochorno al estilo Karlsruhe. Del ´empastre Real´ me quedo con el portero y con la dupla de valencianos „Bernat y Soldado„ en un grupo sin identidad, que parece la ONU con ocho nacionalidades distintas y en donde la procedencia es la principal causa que los ha unido€ Y vuelvo a Bernat y no me explicó las razones por la que fue cambiado.

Se busca zorro viejo

El vestuario se ha engullido al Flaco, su principio de que un jugador «debe ser profesional 24 horas al día» al final no ha calado ni para que la mayoría lo sea durante 90 minutos. «La culpa también es vuestra». Es el mensaje y el cabreo que envió el presidente a los futbolistas cuando les comunicó la destitución del míster. Ahora Braulio trabaja a la caza de un sustituto que reúna experiencia en la élite y carácter con tal de controlar a un equipo que, según los dirigentes, necesita «disciplina y humildad».