La derrota en El Madrigal, dolorosa como todos los fracasos, vuelve a poner de manifiesto los problemas que el Valencia viene exhibiendo desde principio de temporada y no ha sido capaz de resolver en diez jornadas de Liga. El primero, el más sangrante, es que este equipo no sabe competir. En un partido de máxima rivalidad regional, en un contexto con todos los ingredientes para dar un golpe de autoridad y ante un rival directo por la Champions, los valencianistas se presentaron como un conjunto tibio. Todo lo contrario que el Villarreal, activado para la batalla, enchufado en el plano emocional, dispuesto a imponerse en cada duelo individual, a ganar cada balón dividido y a atacar la yugular de su rival en cada ataque. La segunda carencia „ligada a la primera„ tiene que ver con la escasa capacidad defensiva del equipo y a su inocencia. Los números son demoledores en ese sentido, el equipo de Djukic es el tercer peor equipo del campeonato en goles encajados. Sólo superado por Rayo y Almería. Preocupante.

Problema colectivo

Los problemas en defensa no son subjetivos. Los números descubren al Valencia como un equipo absolutamente vulnerable. No es un contratiempo individual, las dificultades van más allá de los cinco o seis futbolistas de las últimas líneas y destacan incógnitas de funcionamiento colectivo. El Valencia sólo ha conseguido dejar su portería a cero ante Málaga, Granada y Rayo. Cuando ha perdido lo ha hecho encajando más de dos goles y eso te obliga a hacer siempre tres o cuatro. Sobreponerse a esa losa queda al alcance de cuatro o cinco equipo en Europa.

Cerrar la puerta

Ante un rival como el Villarreal, parejo a tu nivel, no puedes entrar en el partido concediendo dos goles en 20 minutos. Como ante la Real, el intento de remontada posterior te exige a ir al frente, te fuerza a asumir riesgos que no estas preparado para asumir y te obliga a exponerte a los contragolpes del rival. En ese apartado, el Villarreal fue concreto. Con espacios para correr, se movió en el hábitat que más le agrada, el del vértigo, la velocidad y el contragolpe. En la faceta anímica eso te devora, si tu no golpeas, te golpean y no sabes encajar los golpes, vas a la lona. El Valencia no está preparado para ese intercambio de directos. El cambio de estilo necesario y hay mimbres en la plantilla. La prioridad debe ser dejar la portería a cero. Así es como se han conseguido resultados esta temporada y eso es lo que le ha funcionado al equipo históricamente. El Valencia ha sido un equipo fuerte en los ciclos de puerta cerrada y cuando la ha tenido abierta, no ha sido nadie. Este equipo tiene futbolistas para compensar la situación, pero debe reflexionar y replantearse situaciones ya.

No basta con jugar

La actuación también describió la diferencia entre los futbolistas que salen a jugar y los que salen a competir. Aunque la dualidad no es incompatible, los futbolistas que salen a jugar gustan al público, lo hacen bonito, pero no basta en partidos de máxima exigencia. En una plantilla se hacen imprescindibles otro tipo de piezas, aunque no levanten estadios, los jugadores duros, aguerridos y difíciles de superar marcan la diferencia. Ante adversarios endebles y facilones todos saben jugar, pero sólo los ganadores se crecen en los partidos difíciles. Tipos que quieren ganar de la forma que sea, de manera bronca, difícil o complicada y lo disfrutan. Ese es un déficit en el perfil del actual Valencia.

Descontrol en las áreas

Cuando tu máximo goleador es Ricardo Costa es que algo falla. El Valencia no domina las áreas y eso demuestra que no compite bien. Por mucho que quieras jugar al toque, por muy buenas que sean tus intenciones, lo importante en el ring del campo es saber pegar y encajar los golpes. El equipo de Djukic ni los para, ni los devuelve. Con tantos goles en contra es imposible sumar. Una gran parte de la mejoría pasa por ser más consistentes.

Falta un plan

El Villarreal controló el partido mucho mejor, golpeó cuando y por donde debía. Los amarillos tienen muy buenos futbolistas, pero insisto en que, hombre por hombre, el Valencia tiene la cuarta mejor plantilla de primera división. La ventaja del equipo de Marcelino es que tienen muy claro a lo que juegan, son muy sólidos y sacan máximo rendimiento a la velocidad de sus hombres de banda y ataque. El Valencia debía tener un plan para contrarrestar todo eso. Conocer al rival, sus puntos fuertes „para contrarrestarlos„ y sus puntos débiles „para poder atacarlos„. Por encima de muchas otros conceptos, la diferencia estuvo en que el Valencia salió a jugar y el Villarreal a competir.