Amadeo Salvo salvó una bola de partido el día del Sevilla, pero los partidos de tenis pueden llegar a ser muy largos. Hoy vive preso de una situación económica que no le permite la más mínima alegría, de una inestabilidad social que le tiene permanentemente en el disparadero y además de su compromiso público de mantener a Djukic hasta final de temporada, sabiendo que no lo podrá cumplir a no ser que cambien mucho las cosas en los próximos días. Por todo, por mucho que se reuna con el cuerpo técnico, con los médicos, con Rufete, con los responsables de la escuela y con Braulio Vázquez para decidir el estilo que queremos para el Valencia, la urgencia hace que la política deportiva se sustente ahora mismo más en el «hay que ganar al Almería» que sobre cualquier otro argumento más sólido. Una cosa es la teoría, y es perfecto que exista la inquietud por definir un estilo más o menos propio, que ya era hora, otra la dura realidad de un equipo que necesita mucho más que palabras y teorías para ganar partidos. Un equipo que, como vemos, ni siquiera tiene demasiado claro cómo ha de jugar el próximo partido. Y es con el Almería.

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