Lo siento mucho pero no es el momento de borrarse. Salir ahora a decir que Djukic no vale para entrenar al Valencia es mear contra el viento. Poner el grito en el cielo porque el presidente del Valencia a veces se pasa de frenada y compromete su discurso con cosas que en un momento dado pueden no estar a su alcance está fuera de lugar, y acusar a los jugadores de todo eso que se les acusa cuando no ganan partidos es hasta ventajista. Amigos, ya no toca. Eso valía para antes del empastre, cuando el toro estaba en el cajón, ahora está en la plaza y tiene los pitones en punta y lo que hay que hacer es apechugar, trincar el capote y torear. Salir al ruedo, mirar al tendido y decir «¡AMUNT VALENCIA!», y presumir de sentimiento, y desde ahí aguantar las cornadas. Ya da igual quién tenga la culpa y da igual quién tenga razón „¿tan importante es tener razón?„, lo único verdaderamente importante ahora es el Valencia porque o apretamos, o se nos va. Y si hay que aguantar las burlas de los aficionados del Villarreal, las aguantaré, que ya hace tiempo que me aplico aquello que dicen en mi pueblo de «qui diu lo que vol se sent lo que no vol». Por eso, porque no me afectan en absoluto y porque no ofende quien quiere. Como tampoco me afecta que se burlen los granotas porque el Levante va por delante por una vez en la vida y en la Liga „y como si es la segunda o la tercera, ¡ya ves!„. Si es por acostumbrarme, hasta me acostumbro a que los del Real Meseta saquen a pasear su poca clase y mala baba con mi equipo, y más después de cómo nos va en Mestalla cuando vienen y sobre todo después de los atracos que seguimos sufriendo cada vez que visitamos la Cueva de Alí Babá. Aguanto todo eso y más que voy a aguantar. ¿Es acaso mejor solución esperar a la próxima derrota en Mestalla y quemar la falla de esta temporada para esperar a la siguiente cuando aún estamos en octubre? ¿Tiene sentido? Ya sé que el fútbol se inventó para disfrutar y no estoy aquí para pedirle a nadie que tenga actos de fe con nadie, que ya habrá tiempo de pasar factura a quien corresponda. Tampoco trato de imitar a los granotas haciéndome la víctima y el mártir eterno con aquello del yunque de la adversidad, hoy hablo de orgullo, de llevar el valencianismo con la cabeza bien alta sea donde sea y bajo cualquier circunstancia, como aprendí de pequeño de mi padre aunque él jamás se dio cuenta. Hoy toca patata... Mañana pollo.

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