En esas estaba yo la otra noche. A esos de las doce y con ganas de jalar algo. Descarté un plátano en plena recesión „más negrito que amarillo„ , decliné ´robar´ a mis hijos las galletas rellenas de chocolate y al final opté por un par de saladitos y una pieza de Valor con almendras... una exquisitez, vaya. Me senté tranquilamente y mientras los saladitos crujían amistosamente en el interior de mi boca desvíe mi miraba al mobiliario de mi cocina. Otra vez, sí. Posiblemente fuera la décima vez que hago ese recorrido visual. Es un estigma para mi. Se que tengo que cambiarlos, o rejuvenecer el conjunto con imaginación, pero no tengo pasta. He reducido costes de forma casi grotesca. Pero aun así no tengo pasta. ¿Qué hago?

¿Señor Fenwick?

Dejo mi cocina maltrecha y regreso a los temas que nos son propios en el día a día: es decir, regreso a nuestro querido Valencia y sus circunstancias...que, como todos ustedes saben, son variopintas y en muchas ocasiones hasta indescifrables. ¿Y qué me encuentro? Pues miren, como los jugadores „tras sus últimas proezas„ gozan de varios días de vacaciones, no sé muy bien por dónde encarar este artículo. ¿Qué hacer? ¿Sobre qué escribo? En esas estaba, comiéndome el tarro para saber por dónde tiro, cuando va y aparece el arquitecto Fenwick para inspirarme cual moderna musa literaria. Por unos instantes dudo. ¿Y si le llamo? Igual no es prudente por mi parte. Nada, nada. Llamo, llamo...¿Oiga? ¿Señor Fenwick?

Nadie responde

No hay respuesta. Fenwick calla. Claro, cómo me va a responder si al final ni siquiera me he atrevido a llamarle. No sé, me da corte. En el fondo a mí lo que me gustaría comentarle a Fenwick es cómo cree que el Valencia va a financiar su ´rebaja´ en el proyecto del Nou Mestalla. Si lo piensan bien Fenwick ha hecho lo mismo que yo he soñado varias veces que iba a hacer con mi mobiliario de cocina. Empecé a lo grande, planeando un nuevo cocinón digno de albergar un Master Chef o algunas de sus múltiples secuelas, pero fui rebajando, rebajando, rebajando...hasta que lo rebajé del todo en cuanto fui a echar una mirada a mis cuentas bancarias.

Yo invito

Total, que ahora estoy de vuelta en la cocina atizándome otro saladito „esta vez sin la onza de Valor„ pero sin levantar la vista de la mesa para otear el estado de mis muebles de cocina. ¿Para qué? Paso, ya no me engaño más. ¿Para qué pensar en un cocinón si no puedo financiarlo? Cruje el saladito. Y sus crujidos dirigen mi mente hacia Fenwick. Y pienso. Y me pregunto: ¿Le pasará al genial arquitecto como a mí, que por muchas rebajas que haga en su proyecto no hay un duro para acometerlo? No sé, ojalá el Valencia CF consiga esa financiación y al final el Nou „ya viejo„ Mestalla pueda ver la luz. Ahora bien, mientras aguardo noticias al respecto, voy a llamar a Mark Fenwick para que se tome un saladito conmigo en mi cocina. Siento que nos une algo.