Visto así hasta parecerá un milagro que el Valencia conquistase el Doblete cuando el entrenador, Rafa Benítez, y el director deportivo, Suso García Pitarch, muchas veces ni se hablaban y no hacían más que lanzarse dardos por aquí y allá. O que en la etapa de Emery el equipo se clasificara tercero hasta tres años seguidos, con el premio de la ahora añorada Liga de Campeones. O también que Braulio acertara con Valverde y ambos lograsen reflotar un equipo que „como este„ olía a chamusquina. Pero todas esas cosas pasaron de verdad. Ahora, los tiempos cambian y el fútbol, por mucho que a veces nos resistimos a creer, también. Si el objetivo del nuevo modelo de club deportivo que quiere instaurar el Valencia es invertir en el primer equipo, en jugadores, en formación y en I+D, pues adelante. No deja de ser curioso que los hechos se precipiten precisamente ahora, cuando el entrenador no encuentra la tecla y los jugadores no encuentran al entrenador, porque eso que llaman estructura es también un blindaje entre otras cosas para que todo un proyecto no dependa de los jugadores que decide traer un secretario técnico o el sistema de juego que impone un entrenador, que puede estar más o menos de paso. Claro que, al final de los finales, por mucha innovación y metodología, el acierto en un fichaje o la mano izquierda del técnico con determinado futbolista seguirán ganando muchos partidos. No ya en el Valencia, sino en general, lo que también conviene en estos casos es blindar a un equipo de la intervención de su presidente y de aquellos consejeros que saben de otras cosas pero de fútbol lo justo. Es el modelo.

Rufete, sí que será él

No le demos más vueltas, Rufete será el Mánager General Deportivo del Valencia si él quiere y le dejan elegir a las personas que trabajarán con él. Ya se está cuidando el club de que no circulen por ahí más nombres de la cuenta hasta que lo de Rufo sea oficial y efectivo.

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