Ayer. A eso de las once y media de la mañana. Suena el móvil... y sí, esta vez es un teléfono que tengo registrado como contacto, que últimamente no sé qué pasa con el ´tráfico´ de datos de números de teléfono pero a mí me da la impresión de que el mío particular lo tiene hasta el del colmado de la esquina. Es Manuel. Un tipo al que tengo bastante abandonado -la crianza tiene estos sacrificios- pero que las escasas veces que hablo con él me transmite un buen rollo impresionante, es positivo, de esos que sonríen casi sin venir a cuento.

¿Mañana escribes?

Le saludo cortesmente, nos intercambiamos las preguntas de rigor, protocolarias, e inmediatamente Manuel me lanza el primer reto a modo de pregunta: ¿Mañana -por el jueves, recuerden que la llamada fue el miércoles- escribes para Superdeporte? Le contesto afirmativamente... De hecho, cuando su llamada me interrumpe me pilla mirándole los ojos al ordenador a ver si se me ocurre algo. «¡Menos mal, Vicent, ya me está apeteciendo ir mañana al quiosco a comprar el SUPER y leerte!».

No se corta

Vale, bien, sí, es una ilusión que un lector amigo y valencianista te llame para saber cuando escribes y así poder leerte. Es más, el orgullo es importante. Y el agradecimiento. Pero en este caso, en nuestra conversación, se cruza un problema entre medias. Manuel -ya saben, siempre positivo, nunca negativo- me dice sin cortarse un pelo: «¿Sabes qué pasa, amigo? Que yo siempre que te leo acabo con una sonrisa en la cara y con la batería de mi autoestima valencianista recargada al máximo»..., concluye el canalla.

Me quedo tocado

Puff. Vaya recado. ¡Qué especie de brutal responsabilidad ha cargado Manuel sobre mis espaldas sin saberlo! ¿Que él está esperando esta columna de opinión para poder sonreír un poco? No sé, la verdad, no sé qué especie de humano se cree Manuel que soy yo. ¿Alegrarle? ¿Mi papel consiste en alegrar al personal? ¿Y realmente yo estoy alegre para contagiar mi alegría a todos los demás?

Lo borro todo

Ya está. Borrado. Todo lo que tenía escrito ha pasado a mejor vida. Sí, hablaba sobre el Valencia...pero era triste, real, demasiado lúcido. Vuelvo a empezar. Y esta vez comienzo por Manuel y su llamada. Y le digo que sí, que mañana -por el jueves- vamos a ganar al Swansea y que no descarto que a partir de ahora se produzca una reacción en cadena en todo el Valencia...para bien. No tengo claro si yo me creo ese mensaje del todo. Pero hoy, Manuel, cuando vaya a comprar este Súper a su quiosco, igual esboza una sonrisa. Y eso es mucho. Muchísimo. Agradecido por su llamada don Manuel. Y sí, podemos.