El Levante sigue creciendo, sin prisa pero sin pausa. Ayer superó la cifra de 17.000 socios, un récord histórico tras los 16.667 en los que estaba el listón desde finales de la pasada temporada. Es más, a poco que vayan bien las cosas, en unas semanas serán 18.000. Todo un espaldarazo que hay que poner en valor después de los 5.000 del ascenso o los tiempos en los que ya en Primera apenas se superaban los 11.000. 2Todavía no somos suficientes valientes, este ejército necesita más soldados que den un paso al frente", declaraba Quico hace ya cuatro años, cuando el lema de la campaña de abonos de media temporada fue ´La conquista de la permanencia´. Desde entonces la política de reventar precios ha sido un rotundo éxito, al igual que la inversión en los niños, cuyos frutos están empezando a recogerse. Eso sí, como no puede ser de otra manera, la apuesta para crecer no es a corto sino a medio y largo plazo.

Control económico en la liga, las ´benditas´ normas de tebas

Tras un lustro en la élite es humano que al personal se le abra el apetito de fichajes más vistosos y que con la permanencia no haya suficiente. Sin embargo, con los pies en el suelo y haciendo las cosas con cabeza es como un club tan humilde como el Levante, que mañana arranca su quinta temporada seguida en Primera, ha llegado a este punto. El telón de fondo no es otro que haber apostado un año más por mantener el modelo de crecimiento de acuerdo a las normas de control económico de la LFP. Sí, esas mismas que acaban de llevarse por delante al Murcia, a las que obedece el descenso de un rival directo como Osasuna o las que impiden reforzarse a otro como el Elche. Aunque al personal le cueste verlo por la merecida animadversión a Tebas, los granotas son uno de los beneficiados de que ya no haya carta blanca para hacer locuras a la hora de fichar y de que las deudas con Hacienda que a él le tocó refinanciar se purguen con el infierno. A nadie le amargaría el dulce, por supuesto, de no cerrar tanto el puño, pero en Orriols tienen muy claro que lo primero es lo primero. Así que tras el soporífero paso de Caparrós y del inolvidable Keylor Navas, todas las esperanzas están depositadas en que, además de los resultados, el buen fútbol que predica Mendilibar sea el reclamo para que esos 18.000 que tienen que terminar juntándose en el Ciutat vuelvan a vibrar.