Primeros minutos del duelo ante el Getafe. Jugada de ataque del Valencia. Alcácer se escapa escorado a la derecha y recibe un balón con clara desventaja para él. A la carrera, ya dentro del área, la pareja —defensa contra delantero rival— corre es pos del balón y en un visto y no visto Paquito Alcácer se lanza a ras de césped, rebaña el balón y marca el primer gol del Valencia.

Alegría y sorpresa

Sí, ese gol me levantó del sofá. Alegría inmensa. Uno es xoto confeso y para qué les voy a engañar, disfruto cuando el Valencia marca. Pero luego, una vez pasada la euforia y antes del segundo tanto del Valencia —golazo de don André Gomes tras una espectacular acción colectiva— me quedé pensando que el Alcácer este se había cargado una vieja teoría que me acompaña desde hace más de treinta años. ¿Teoría? Sí, teoría, una teoría que viene a decir que en el duelo entre un delantero y un defensa casi siempre tiene ventaja el defensa. A él, al defensa, le basta con tirarse al suelo y despejar el balón a fuera de banda. Al delantero, por contra, no le basta con eso. Tiene que controlar el balón y en lugar de destruir intentar construir una jugada de ataque.

Justo al revés

Y sí, pasó. Anoche pasó justo al revés. Anoche, ese chaval de la cantera que no deja de crecer y de sorprendernos a todos —a mí especialmente de forma espectacular— marcó un gol actuando como si fuera un defensa en un cara a cara con un delantero. No fue el defensor del Getafe el que se tiró al suelo para despejar el balón. No. Ni hablar. Fue Alcácer el que rebañó el balón —cuando ya todos pensábamos que la jugada iba a acabar en nada— para ya tumbado en el césped engatillar con la diestra y batir a un Guaita que anda más o menos igual de poco inspirado que al final de la pasada campaña.

Toca evolucionar

Pues ale, ya saben lo que toca, bueno, lo que me toca. Como padre del periodismo evolutivo no me queda más remedio que ser fiel a mis principios y evolucionar respecto a esa teoría de hace treinta años que me acompañaba como si fuera dogma de fe. Ahora, hoy, anoche quedó demostrado, un delantero pillo y espabilado le puede ganar la partida a un defensa utilizando los mismos recursos que suele utilizar un defensa para abortar una jugada. Teoría a la basura. Ya he evolucionado. ¿Y del partido? Del partido no hace falta decir mucho más de lo que ustedes ya han leído en las páginas de este diario. Ahora de mi vieja teoría sí. Adiós ‘vieja’... y no me refiero a la ‘vieja’ de Di Stefáno, al mítico balón de cuero.