Un aficionado inglés me preguntaba este verano: «¿No piensas que en Mercedes se está favoreciendo a Rosberg?». Le respondí que Hamilton era fuerte y que se repondría. No quise recordarle la temporada 2007, ni decirle que Lewis, ciertamente, parecía estar tomando su propia medicina.

No hay peor situación que perder la confianza en el equipo y eso precisamente era lo que pareció pasarle al nuevo líder del mundial ayer. La salida del safety y la estrategia de Mercedes de mantener a Hamilton en pista ponía en riesgo su más que segura victoria tras el abandono de su rival, y sin embargo «amigo», Nico.

Una y otra vez, al menos las que se pudieron públicamente escuchar, el inglés expresaba a sus ingenieros sus dudas. Estos le calmaban: «Tranquilo, tienes el ritmo para hacerlo». Y Lewis corrió como un poseso. Seguro que los aficionados allá en la que, tras la elecciones de esta semana, sigue siendo la Gran Bretaña, pensarían en la imagen de Nigel Mansell en 1986 perdiendo el título por el reventón de una rueda que debía haber cambiado. El chico de Stevenage sacó más de 25 segundos en 14 vueltas. A pesar de perder el liderato se merendó a Vettel, recuperó la plaza y ganó la carrera: un gran piloto, un excelente coche y una estrategia dudosa que en el podio Hamilton maquillaba: «No ha sido tan malo».

Un rato para soñar

Alonso volvió a darnos una ración de lo de siempre: la posibilidad de un podio, incluso una victoria.

Al igual que a Hamilton, el coche de seguridad fue algo que no le benefició en exceso. Hasta ese momento, en sus cálculos estaba lograr la segunda plaza, pero las Pirelli de los Red Bull aguantaron y el Ferrari no tiene motor para asustarles.

El podio o una eventual victoria le hubiera dado a Fernando todavía más argumentos en la batalla dialéctica por la falta de confianza en el equipo. El jueves ya recordó dónde estaba él y dónde Kimi en el mundial y, tras bajarse del coche, no dejaba de contar los 45 segundos que le había sacado al finlandés. Si el asturiano sigue en Ferrari en 2015, habrá que mejorar algo más que el rendimiento del coche.