Si alguien tenía alguna duda, anoche quedó resuelta. En un ejercicio casi perfecto, el Valencia ganó, goleó y, por encima de todo, convenció. El Getafe no fue nunca rival de un equipo que en sólo cuatro jornadas ya parece que lleve años de fútbol colectivo. Hay una idea clara, un sistema en el que cada cual interpreta con naturalidad su papel y unos futbolistas que marcan diferencias. Esto, en definitiva, ya parece otra cosa.

El gol de la década

Tan lejos y tan cerca, hace apenas seis meses un Getafe que tenía preparado el finiquito de Cosmin Contra se hizo con una victoria en Mestalla que retrataba en toda su dimensión la mediocridad de aquel Valencia de Pizzi y las dotes para la provocación de un Pedro León que nunca se mostró tan gallito con Mourinho como celebrando su gol en el fondo Norte de Mestalla. Anoche, León lo vio desde la grada y el Valencia devolvió el golpe sin despeinarse. Un inicio fulgurante bastó para liquidar a los madrileños. Los pilares del manifiesto de Espirito Santo: presión alta y contraataque eléctrico entraron en funcionamiento y pusieron sobre el tapete lo que puede llegar a dar este equipo. Si el primer gol de Alcácer tuvo una bella factura, el de André Gomes —jugadorazo—, entrará por la puerta grande de los mejores goles de los últimos años. Hay que echar la vista muy atrás para recordar algo así. Vale la pena irse a youtube para contemplarlo una y otra vez. El control de Rodrigo, primoroso. La pared Gomes-Alcácer, de manual. El Valencia vuelve a contar con futbolistas que hacen sobre el terreno de juego lo que uno haría desde la grada. Tan fácil y tan difícil. Tan poco acostumbrados estamos que uno no quería que se acabara esa primera mitad.

Excelente defensa

Conseguida la franquicia, ordenó Nuno tocar a rebato. Y el equipo salió, una vez más, reforzado. Si en ataque funciona la presión, la triangulación y la entrada por bandas a toda velocidad, el ejercicio defensivo no le fue a la zaga. El rival, acuciado por el marcador, no pudo hacer otra cosa que disparar desde fuera del área. Ni una sola vez logró superar el entramado valenciano. La manta que durante tantos años nos dejaba destapados los pies o la cabeza, y muy a menudo ambas cosas —que se le digan al Macanudo—, por arte de magia y del ya casi unitrino Espirito Santo vuelve a darnos calor en todo el cuerpo. A la espera de empresas mayores, el engranaje parece dispuesto. El único pero: la expulsión de Rodrigo. Rigurosa si tenemos en cuenta que el Getafe se pasó el partido colindando con la violencia y consideramos que Lafita, poligonero mayor de la periferia madrileña, se fue de rositas después de haber merecido no menos de tres expulsiones. Absurda si pensamos que estaba claro que el árbitro no le iba a perdonar a un visitante lo que con contumacia permitió a los locales. Es demasiado bueno Rodrigo como para que el equipo tenga que prescindir de su velocidad por una chiquillada. Esperemos que no se repita.

Vuelta a la Roja

Y por último y no menos importante, Del Bosque, ayer tomando notas sur place, vuelve a tener material para abastecerse con el murciélago en el pecho. Instalado ya Alcácer en el olimpo de la Roja, otros tres valencianistas llaman con fuerza a la puerta. Rodrigo porque ya es bastante más que Pedro, Munir o Navas. Parejo porque ni Fábregas ni Koke son organizadores. Y Gayá porque es notablemente más futbolista que Alba, Bernat o quien quieran ponerle de frente. La reconquista vuelve a pasar por Valencia. Ver para creer. Ver para creer.