Tiene motivos el aficionado para estar feliz con esta inesperada alegría, lo mismo que para protestar contra todo aquello que supone una amenaza para este estado de las cosas. Han sido tantos los factores negativos durante los últimos meses que nadie podía soñar a estas alturas un Valencia así. Y no por ser líder después de cinco jornadas, que también, sino por el equipo que ha conseguido montar mientras unos y otros jugaban al acoso y derribo, por lo que hace y todo lo que se le supone pero todavía no hemos visto. Una plantilla diabólicamente concebida para conectar a la afición y llenar Mestalla. Gente que lucha, que compite, y esa diferencia de clase y buen gusto por el fútbol que aportan determinados jugadores que han llegado como caídos del cielo. Welcome to Valencia, sí señor. Para acertar con un cóctel de estas características no basta con tener buen ojo para fichar, ni con viajar todos los fines de semana a ver futbolistas de aquí y de allá. Hace falta saber y entender las claves de este club y de su gran afición, haberlo disfrutado y en ocasiones sufrido. Si hay alguien que no da crédito a lo que estamos viendo, tiene un problema. Que se lo den al Real Madrid.