Cuando el gran favorecido de la jornada del lunes, Marc Coma, carga contra la organización por haber dejado disputar la etapa con final en Iquique, sobran las palabras para entender el monumental enfado de Joan Barreda. El de Torreblanca iba directo al que habría sido su primer título del Dakar. Lideraba la prueba desde la segunda etapa y había dado ya suficientes muestras de una veteranía propia de un campeón, sin obcecarse con las victorias de etapa para centrarse en la general, con su marcaje diario a Marc Coma. Tenía la receta para ganar, pero una vez más, el infortunio se cruzó en su camino.

Proeza a una mano

Ya sin opciones de lograr el que era su gran objetivo del año, Barreda dio muestras este martes de su orgullo y profesionalidad volviendo a quedar entre los mejores en la novena etapa. Pero si por algo se recordará el Dakar actual de Barreda será por la proeza que protagonizó el lunes, al disputar los últimos 120 kilómetros de la etapa con una sola mano, con el manillar roto tras una espectacular caída y, además, aguantando el liderato ante Coma al perder menos de seis minutos en esas condiciones. Un ejemplo de talento, pero también de espíritu de sacrificio y superación.

Atentos al mochilero

Todos los esfuerzos del equipo Honda estaban dirigidos a que Barreda pudiera destronar a Marc Coma en el Dakar. El valenciano se había ganado a pulso en sus cuatro anteriores participaciones ser el líder de un auténtico ‘Dream Team’, pero aunque se haya quedado ya sin opciones a la victoria final, Coma no puede estar tranquilo, ya que el propio mochilero del valenciano es segundo en la general y está a solo cinco minutos tras ganar la etapa de ayer y recortarle casi cuatro minutos. Sin Barreda se ha perdido el mano a mano entre los dos mejores, pero por suerte para todos, el Dakar no está sentenciado, aunque ahora seamos más de Coma.