El orgullo de ser valencianista no da puntos ni sirve para jugar la Liga de Campeones la temporada que viene, pero me llena el alma que es lo que necesito. Hace unos días me salió una frase del corazón que repito ahora; «la vida y el Valencia me han enseñado a aprender más de lo malo que de lo bueno», y hoy, lleno de dolor porque el orgullo de ser valencianista puede ser lo más grande de esta vida pero no sirve para mitigar el dolor, aprendo. Y mucho. Supongo que para ganar en un campo como el del Barça, además de jugar bien hace falta suerte y el Valencia la ha tenido toda en contra. Lo fácil ahora es decir que jugando así estaremos la temporada que viene en la Liga de Campeones, y no es que no lo piense o no lo crea, es que no sé si toca. Me conozco y sé que mañana lunes o martes a más a tardar, estaré lleno de moral otra vez gritándolo como un loco en cada puñado de letras que ´arrejunte´, pero en estos instantes siento una mezcla de rabia y satisfacción que me amarga la boca y la mirada y no me pone decirlo. Me acuerdo irremediablemente de mi hermana María que vive en Barcelona porque se tuvo que buscar las habichuelas por allí y que ayer estuvo en el Camp Nou... y no tengo ´bowlings´ ni para enviarle un simple mensaje de washap... Me cuenta de vez en cuando lo duro que es ser del Valencia por allí y no puedo más que acordarme también de los valencianistas que ayer estuvieron con Peter Lim en Barcelona, y cuando lo hago por primera vez sonrío desde que terminó el partido porque intuyo que más allá de la suerte, el futuro es nuestro. Y ahora, ya más relajado, hasta le quito importancia al hecho de estar en la Liga de Campeones la temporada que viene o quizá nunca más, porque siento que en el fondo, el Valencia no es un partido ganado o perdido, el Valencia es esta maldita congoja que tengo en la garganta y estas malditas ganas de llorar no sé a santo de qué porque ni estoy tan triste ni tan contento. Y alzo la vista y desde las cortinillas de este maldito despacho donde hace un calor insoportable -no lo crean, soy yo- veo que la gente en la redacción ya no discute y solo mira los teclados como al vacío. Algún valiente entra en busca de consuelo pero ni tengo consuelo ni tengo ganas de nada; me mira, da media vuelta y poco más. No estoy para gaitas, no me apetece en absoluto hablar de fútbol. Poco puedo decir que no sepan ustedes o que resulte mínimamente interesante. Si acaso, que AMUNT... y que esto no ha acabado.