Pensaba utilizar la frase de John F. Kennedy, en su famoso discurso en Berlín en 1963, «soy un berlinés» (aunque algunos alemanes se mofaron entonces porque también es el nombre de un panecillo típico de la capital teutona), y seguir con el artículo refiriéndome a la final de la Liga de Campeones. No obstante, a raíz de la dimisión del presidente de la FIFA, Sepp Blatter, creo necesario acudir a la actualidad y lo dividiré en dos.

Respecto de la final, otra de las grandes, que cada año se repite, debo comentar que uno se asa aquí; estos días ha hecho más de 30 grados, con picos de 33, que no son habituales ni para nosotros y menos para los alemanes, que están ya muy sonrosados con el solecito que les ha estado cayendo.

Berlín es una ciudad monumental. Es decir con muchos monumentos clásicos, pesados e imponentes, que son los que han quedado tras la segunda guerra mundial, puesto que la mayoría de los demás fueron destruidos y nos encontramos con un maremágnum de estilos que la hacen especial.

Para cenar el viernes y comer el sábado elegí dos restaurantes típicos, el Borchardt primero y el Gendarmerie segundo, donde apreciamos que los italianos comen antes y los españoles, de Barcelona o de otros lugares, seguidores culés, más tarde. Eso sí, somos más ruidosos que ellos€

Recomiendo visitar el Museo Judío y el llamado 'Topografía del Terror', éste sobre el periodo nazi y centrado en la policía, la famosa Gestapo y el terror que sembraba entre quienes no comulgaban con sus ideas. Además, una mirada al Bundestag/Reichstag, el edificio emblemático de la democracia alemana, usurpado por los nacional socialistas. Para finalizar, un paseo por la avenida Unter der Linden o por el Tiergarden, pulmón verde de la ciudad, y rebajar la carne empanada o las albóndigas, platos estrella de esta zona.

Pero por mucho que hayamos estado con la mente en la final de la Champions, e incluso ya pensando en la próxima temporada, no podemos dejar de lado el esperpéntico espectáculo protagonizado por la FIFA. Si hace quince días hablaba de la retirada, la fuga realmente, de los adversarios de Blatter para la presidencia, hoy no podemos sino estar patidifusos por el comportamiento del veteranísimo actor del fútbol.

Y digo bien actor porque si, al ser reelegido, lloró y se comprometió a acabar con los «malos» de la FIFA. Con quienes, como individuos, corrompían el sistema, ya que decía que no podía controlar a las manzanas podridas (eso sí, eran muchas y ya debía oler un poco la fruta€); el caso es que nos lo creímos y pensamos que iba a ser un infinito y más allá.

Sin embargo, cuál no fue nuestra sorpresa, la de todos me imagino, cuando a los pocos días, el ínclito Blatter dimitió, o mejor dicho, amagó con la dimisión ya que se va a mantener hasta que se celebre la próxima asamblea general, con nuevas elecciones al canto. Es un adiós prolongado, que le va a servir para limpiar la casa, según ha dicho. La pregunta es ¿por qué? ¿Qué le ha hecho cambiar de opinión en cuatro días? Cómo de pasar a ser el que quería limpiar todo en cuatro años, que era una obligación moral, se dejar llevar por no sabemos qué, y solo con una frasecita como la de que «no todos» le quieren en la FIFA (hecho que ya sabía de sobra), se despacha con una dimisión controlada.

Hay distintas versiones e incluso algunas merecen estar dentro de los libros de las rarezas, pero no voy a decir las que circulan por Berlín, donde la flor y nata de la política futbolera, no solo europea sino mundial, se ha reunido. Lo que sí es cierto es que es algo que nadie se esperaba, porque ha cogido a contrapié a todos, de tal forma que incluso la UEFA ha anulado el comité ejecutivo que iba a celebrarse antes de la final entre Barcelona y Juventus. Se están todos los mandamases dando un tiempo de reflexión, preelectoral en este caso, porque muchos son los que quisieran ocupar la posición de Blatter pero si éste ha abandonado, ¿qué no habrá allá?

Me recuerda a una película de vaqueros, un western extraordinario con Henry Fonda y Kirk Douglas, éste ladrón y policía el primero, con un final que no voy a desvelar pero que recomiendo y que, a mi entender, es lo que quizá asuste a los que están en primera línea pero aún no se han pronunciado. Sí Figo o Zico, pero no creo que con posibilidades, aunque los nombres habituales no han dicho ni mú y, por ello, es toda una sorpresa lo que nos puede deparar el futuro. El western, por cierto, es de Joseph L. Mankiewicz, otro Joseph, como Blatter, y que guardó un as en su manga de director de cine en There was a crooked man o 'El día de los tramposos' en la traducción española. Que la disfruten y vean si no tiene alguna similitud con la FIFA€