Como era de prever, este martes se ha terminado de escenificar la paradoja de que un club que no estaba en venta haya nombrado una comisión negociadora para ser vendido. Y es que el Levante está cada día más cerca del traspaso a Robert Sarver. Pueden edulcorar la realidad como quieran, pero lo de escuchar la propuesta no cuela porque es algo que se lleva tiempo haciendo. Al final, lo ocurrido en la reunión de la Fundación no ha sido muy distinto de lo esperado, aunque en la calle el dilema no se corresponde con una mayoría tan aplastante como la reflejada en la votación (secreta) de los patronos: 24 a favor, 6 en contra y 1 abstención.

Hay cosas que huelen a chamusquina y patronos que con independencia de su voto han entrado a la reunión con la sensación de que la decisión ya estaba tomada, aunque aun así han aceptado participar en ella. Personalmente, si me hubiese tocado hacerlo, habría votado a favor de la ilusión pero en contra de venderse deprisa y corriendo al primero que diga Tebas, que es lo que puede acabar ocurriendo. La oferta ha llegado con la bendición de uno de los personajes más odiados del fútbol español, que es algo que no gusta a nadie. Vía también KPMG, la consultora a la que se encargó colocar al Valencia y que yendo a comisión es normal que le esté dando tanto bombo al asunto. Y vía también Quico, no Fundación, un detalle a tener muy en cuenta.

Las palabras esta noche de Fuertes, por cierto, han vuelto a dejar la sensación de que el Levante está vendido al hablar de incluir una opción de compra y cambiar la deuda por inversión en plantilla. Es de elogiar, eso sí, la propuesta de que decidan las personas antes que las acciones gracias al camino intermedio de que la máxima accionista no se pronuncie en la Junta en la que se someta a votación la oferta. Para bien o para mal, el Levante ha sido el primer interesado en darle rosca al debate, un dilema que al menos está sirviendo para agitar al levantinismo, aunque ojalá eso no signifique provocar una guerra cainita. El club, en efecto, está muy vivo.

Es verdad que llegados a este punto no habría tenido mucho sentido negarse a seguir adelante, curiosamente lo que sí se respaldó en la polémica reunión de la Delegación. Sin embargo, marcadas o no, a estas alturas las cartas están sobre la mesa y el propio nombre de la Comisión "negociadora" que se ha creado así lo indica. En ella estarán Quico y Luis Calero, presentes en las conversaciones por videoconferencia con Sarver, pese a que el presidente se abstiene; Enrique Grima, defensor de la venta; el consejero Javier Martínez, partidario de escuchar; y José Manuel Fuertes, probablemente el más próximo al ´no´ pese a todo lo bueno que ha dicho sobre el hipotético futuro con un dueño americano. De entrada, la balanza se decanta así. Veremos si, como parece, es definitivo.