Cada día que pasa y cada nuevo fichaje que el Valencia CF tiene medio oculto en un hotel de la ciudad revela la doble vida por la que ha transcurrido el club en los últimos meses. En definitiva, y empiezan a aparecer puebas que se remontan a más de un año atrás, desde antes incluso de que Peter Lim se hiciera con el control del club. Mientras unos hacían la planificación para la nueva temporada, analizaban los datos, comparaban perfiles, viajaban y hablaban con los futbolistas, discutían precios y ajustaban la inversión a los límites del juego limpio financiero, había una realidad paralela en la que Nuno Espírito Santo y Jorge Mendes movían en la sombra de aquí para allá la amplia red de cazatalentos de Gestifute. Absurdo, casi ridículo se puede decir, pero totalmente cierto. Esto se tendría que haber evitado de alguna manera porque está el prestigio de las personas, que sale bastante dañado, pero también la imagen de seriedad que ha de imperar siempre en el Valencia CF.

Después de salvo y rufete

Vía libre para los fichajes

Santi Mina el sábado, Bakkali el domingo y los que no tardarán en aparecer lo confirman que las cosas han sido así. Tardaron en llegar los fichajes y nada ocurre a estas alturas por casualidad. Rodrigo Caio ha sido al final la víctima, él fue quien hizo saltar todo por los aires para después volverse a Sao Paulo, dejando vía libre para que todos y cada uno de los nuevos fichajes para la próxima temporada vayan llegando. Y todo está pasando justo después de la salida de Salvo y Rufete. Para bien o para mal, todas las fotos son para Lay Hoon Chan, la cara y los ojos del imperio asiático en Valencia. El aficionado asiste atónito aunque todavía hay mucho por ver, de momento sólo han llegado dos chavales de 19 años, pero esto no es el Mestalla, es el Valencia.