Aquel año empezó igual que este con la pretemporada en Salzburgo y acabó con la final de la Liga de Campeones en Milán, donde por casualidades del destino se volverá a jugar en la 2015/16. Corría el año 2000, el Valencia que entrenaba Héctor Cúper venía de jugar la final de París pero tenía también por delante una eliminatoria previa, que debía disputar ante el Tirol Innsbruck. La superó con un empate a cero en Austria y 4-1 en Mestalla, y de ahí hasta San Siro. Ese verano el Valencia hizo caja, traspasó a Cláudio López, Farinós y Gerard por cerca de 12.000 millones de aquellas pesetas, más de 70 millones de euros, y con ellos fichó a Baraja, Vicente, Carew, Juan Sánchez, Zahovic, Diego Alonso y Deschamps. Tenía, para hacernos una idea, un coste de plantilla y un presupuesto superior al actual, porque para competir con los grandes y alcanzar las rondas nobles de la Champions hay que cumplir dos requisitos: tener una base de equipo muy consolidada y fichar jugadores que marquen la diferencia.

Hay grandes recuerdos de aquella pretemporada de Salzburgo, nada menos que quince años atrás, pero lo que interesa es si lo que está sucediendo con el Valencia CF ahora tiene algo que ver con lo de entonces. El equipo de nuno se ve conjuntado y con muchos automatismos del año anterior, eso es bueno. Hay una base importante, es cierto, pero cuidado porque lo mejor de todo lo que se construyó la temporada pasada es la defensa y es precisamente lo que está más en el aire, sobre todo por el tema Otamendi. De momento no se ha vendido ningún jugador relevante y esa es la buena noticia, la mala es que el equipo necesitará refuerzos de auténtico nivel para competir en la Champions y en este capítulo se aprecia una tranquilidad que empieza a exasperar, ojalá no sea exceso de confianza porque a estas alturas esos detalles se pagan caros.