Que conste de antemano que el titular no es de cosecha propia, sino que se escuchó en el coloquio posterior a la famosa reunión ´informal´ del miércoles. «En caso de necesidad, Sarver sería el mejor inversor posible», advertía entonces a sus homólogos un patrono de los de peso; y seguramente estuviera en lo cierto, sobre todo vistos a los de Tomelloso. El caso es que ese no es ahora el escenario. El Levante ha agotado su actual modelo de supervivencia pero está por ver que no haya otra alternativa. Ahí es donde radica el debate existencialista al que tantas vueltas está dando el levantinismo desde hace semanas, con la diferencia de que a partir de ahora cada movimiento es definitivo.

Los hay apocalípticos y también integrados, además de algunos trovadores autóctonos del americano de por medio. Lo mejor es huir de personalismos y acudir a la oferta al desnudo. A los datos objetivos. Lo son que el Levante no estaba en el mercado, se suponía que los activos tampoco, pero Sarver ya ha hecho un amago de quedarse estos últimos en las negociaciones, y es posible que en mes y medio Orriols lo domine un grupo inversor yanqui, con sus propios intereses personales.

La mayoría de los patronos han quedado embelesados. La comisión, satisfecha con la ardua labor negociadora realizada. Falta por ver qué piensan los accionistas, agrupados o en solitario, con más o menos títulos, una vez conocido que el magnate quiere «atraer a buenos jugadores» para alejar al equipo del furgón de cola y meterlo en el top ten liguero. Todo muy bonito pero poco tangible, a diferencia de su desmenuzada apuesta por un equipo de asesoramiento médico de su cosecha. Qué cosas.

Habría que cuestionarse igualmente el porqué de tanto mutismo y de tantas explicaciones sobre la oferta a posteriori, ya con el acuerdo cerrado. Esa corriente informadora desprende un claro tufillo ´vendedor´, nunca mejor dicho, para contrarrestar el lógico horror vacui ante la desconocida situación que se generaría en el Levante con la entrada de Sarver. Ya se sabe, porque así lo ha dejado caer el propio magnate, que quiere apropiarse lógicamente de la mayoría del Consejo e, incluso, no descarta cambiar de estadio y Ciudad Deportiva. Por cierto, si esto último ocurre, ¿de qué serviría que los actuales estuvieran en posesión de la Fundación? La pregunta se responde sola...