Resulta difícil, muy difícil de creer el resultado de la carrera en Hungaroring. Mirando la clasificación fríamente y, a pesar de que el equipo Mercedes sigue dominando los mundiales de pilotos y constructores, los motores -unidades de potencia que decimos ahora- de la marca de la estrella se vieron superados por todos los demás: por Ferrari, por Renault e incluso por la frágil mecánica de Honda. Ninguno de los equipos que también montan los propulsores de Stuttgart, además del oficial, pudo con los rivales. Puede parecer mentira, pero es fácil entenderlo en una pista en la que el motor -como se ha demostrado- no marca la diferencia. A pesar de todo, resultó chocante ver a los de Mercedes tirar la carrera a la basura. En Spa y Monza, dos circuitos de potencia, su rodillo podría volver a imponerse.

Hay dos síntomas que muestran que ni los todopoderosos Mercedes están libres de cometer errores. El primero, la salida: fallaron en Silverstone y, de nuevo, lo volvieron a hacer en Hungría. ¿Qué pasará a partir de Spa, cuando las ayudas desde el box estarán prohibidas en ese momento crítico? El segundo talón de Aquiles es que cuando Hamilton falla, Rosberg no aprovecha. Al alemán, que podía haber ganado y salir líder de Hungría, le falló la estrategia y le faltó ambición. Ahora su distancia en el Mundial respecto a Lewis aumenta.

Un quinto de verdad

El parón veraniego se inicia con premio para la afición española: el mejor resultado de Alonso en 2015. Fernando nos hacía un regalo, como el que reciben los buenos estudiantes al final de curso, en forma de quinta plaza. Puede pensarse que las averías de los rivales le dieron esa posición. Pero no hay que olvidar que han sido esos fallos mecánicos los que también han hecho que el asturiano esté donde está en la clasificación. Para Spa, Arai, responsable de Honda ha anunciado «una gran mejora». Esperemos que los esfuerzos del Nano, empujando siempre -incluso como literalmente hizo el sábado- sean el anuncio de la salida del túnel.