Nico Otamendi es un profesional. Lo dice De Paul, lo dice el resto de la plantilla y lo dice su manera de proceder. El argentino fue puntual en su llegada y lejos de declararse en rebeldía, disfruta de cada entrenamiento con la sonrisa de un niño. Gasta bromas, se divierte anotando goles de vaselina como el que le marcó ayer a Ryan, se ha presentado a los que acaban de llegar y el sábado se vestirá de corto. Cualquiera diría que está deseando marcharse. Disfruta de lo que hace y trabaja en cada entrenamiento como si fuera su primer día en el club. Si llega una oferta por valor de cincuenta ´palos´, el futbolista se marchará, y es que sobre la mesa le ponen contratos entre 3´5 y 4 millones de euros. De lo contrario, se quedará, dará la cara y volverá a conquistar el corazón de Mestalla con la misma rapidez que la primera vez.

Aquí en Alemania nadie tiene dudas. Nico tiene presente una realidad: sabe que su club es el Valencia y mientras no haya un equipo que se acerque a las exigencias económicas del Valencia, se dejará el alma por este escudo como si nada hubiera pasado. Sus compañeros todavía se sorprenden con su comportamiento, cualquier otro futbolista estaría con la cabeza en otro sitio. Pero Nico no es cualquier futbolista, eso está más que claro. Cualquier futbolista habría ido recto a la enfermería con un esguince de grado 1/2 en el tobillo. Y él no es de esa pasta. En Argentina se dice que los futbolistas con ese sentido de la profesionalidad tienen el ´fuego sagrado´. Otamendi se siente parte de este Valencia CF y en las próximas semanas se marchará o se quedará, pero su actitud es digna de mención.

Otamendi no se borra

Un jugador con tanta ascendencia en la plantilla podría llegar a ser tóxico en un vestuario. No es su estilo. Va a hacer las cosas bien hasta que se resuelva su futuro, en uno u otro sentido. Hace un año y medio quería salir a toda costa de Portugal por desavenencias con el entrenador y tomó la decisión de no volver a vestirse de corto. Hasta el punto de que en un partido de máxima trascendencia ni siquiera se puso las botas. Nico sorprendió a todos los presentes cuando apareció por el terreno de juego con las zapatillas deportivas. No quería jugar. Eso es declararse en rebeldía. La situación del Oporto no tiene ni punto de comparación con la actual. Y eso ya se encargado de explicárselo Nico a Eugenio López.