El Sporting es de esos equipos que nunca deberían descender. El Molinón huele a fútbol de antes, de cuando un entrenador no disponía de diecisiete ayudantes que no sirven para nada, de cuando se atacaba en desbandada y se defendía con el cuchillo entre los dientes. Si todos los partidos allí van a ser como el que vimos anoche, habrá que ir pensando en mudarse a Gijón. Choque vibrante, dos equipos desmelenados con la mira puesta en la portería contraria y un montón de ocasiones para todos los gustos. Pudo haber ganado cualquiera pero lo hizo el Valencia sobre la bocina.

La ortodoxia

Un Valencia que regresó a su once de gala. Asegurado el billete hacia la zona noble europea, volvió el equipo a sus viejas costuras. El 4-3-3 que imperó la pasada campaña, Pérez y Parejo al mando de las operaciones y hasta Piatti y Feghouli, esos dos puñales, por las bandas. Y se puede decir que la cosa mejoró respecto a lo que se vio en las dos primeras jornadas, pero solo a medias. Los blanquinegros tuvieron buenos momentos en los que empequeñecieron al rival, mostraron cierta jerarquía y un nivel adecuado de ambición. Pero nunca dieron la impresión de controlar enteramente el partido, haber acabado con el rival o cerrado una defensa que concedió un sinfín de ocasiones. Se dejaron llevar a un intercambio de golpes que reforzaba, en todo caso, a un Sporting recién ascendido y plagado de chavales de la casa. Tutear a un equipo Champions era música celestial para los oídos de los asturianos. Una ocasión valencianista era casi de inmediato respondida por otra de los locales, que hicieron de Doménech, segurísimo toda la noche, el mejor futbolista sobre el terreno de juego. Llegó el bueno de Jaume a hacer en el margen de quince segundos y en un mismo ataque gijonés tres paradas de mérito en sendos remates sportinguistas ante el desconcierto y la pasividad de su defensa, que hizo cuanto pudo para amargarle el debut.

No hay gol

El Valencia volvió a adolecer de gol. Superado el primer arreón de los locales, que salieron a comerse la hierba, empezó a rondar el área de Cuéllar. Notable Cancelo en ataque. Nadie tuvo su mordiente. Pero Negredo no acabó de encontrar el hueco, Piatti tuvo la tarde de casi siempre en todas las facetas del juego, y Parejo no acertó a enchufar las dos o tres ocasiones claras de las que dispuso. Y sin gol, la cosa va a ponerse difícil porque regalos como el del defensa del Mónaco a Negredo se producen bien pocos en nuestra Liga. Excelentes los centrales que alineó Abelardo, por cierto. Bien controlado Negredo, tenía que ser la segunda línea o los extremos quienes marcasen la diferencia. Y ahí se notó la falta de ritmo de Parejo, que sigue aún lejos de su mejor nivel, y la pobrísima aportación goleadora, entre otras, de Piatti o Feghouli. El Valencia no tenía pólvora y el problema, hay que entender al Nuno entrenador „no al director deportivo„, es que miraba al banquillo y veía demasiado humo... y a André. Y el primero en saltar al campo fue André Gomes. La gran noticia de la noche. Queda pendiente buscar la manera para que pueda coincidir con un Enzo Pérez que volvió a dejar buenas sensaciones.

Los nuevos

Si alguien pregunta por Abdennour, lo mejor es no aventurarse a juicios prematuros. De momento, sus movimientos están más cercanos a Rami que al general que nos dejó. Supera a Vezo en contundencia, pero acusó la falta de rodaje lógica en quien acaba de aterrizar. Mención especial a Bakkali. Salió apenas diez minutos y tuvo varios detalles además de servir en bandeja el gol a Paco Alcácer. Solo falta que se ponga a trabajar como hace Piatti para que no queden dudas sobre su rendimiento. Rodrigo, por cierto, no apareció en escena. Lo lógico si uno repasa su ejecutoria reciente, tan rica en palabras de compromiso como pobre en hechos que le hagan acreedor a oportunidades que a otros se les han negado. Pero ni unos ni otros han dado el paso al frente necesario para marcar diferencias arriba. Y no lo va a tener fácil Nuno para dar forma a un ataque contundente, desprovisto como está de elementos de verdadera y determinante calidad... para el próximo partido. Porque en tres años quién sabe dónde estaremos. Ay, Nuno, Nuno.