La confianza que el universo Meriton ha depositado en Nuno Espirito Santo se puede decir que es toda y más. A estas alturas, a pesar de que el equipo no muestra la fortaleza que tuvo la temporada pasada, que ha perdido demasiados puntos y da síntomas de cierto descontrol, esa confianza seguramente es todavía mucha. Sobre todo después de haber metido al equipo en la Champions League, que tal como se dieron las cosas no era del todo fácil, el portugués tiene crédito para rato. Es una ventaja pero también una responsabilidad añadida, porque en el caso del Valencia CF el entrenador no solo tiene en sus manos un equipo de fútbol y la inversión del propietario, sino también algo así como el sueño de alguien con quien le une una relación que va más allá de lo estrictamente profesional. Y un sueño al fin y al cabo nunca va a ser una empresa o una inversión más, su fracaso no sería uno más de los muchos que se dan -y se darán- desde que el fútbol es fútbol.

Son por tanto muchas la razones por las que Nuno ha de reconducir la marcha del equipo y ese particular buen rollo Nuno-Lim es también una de ellas. Tiene que encontrar la manera de aportar soluciones a los problemas y además tiene que hacerlo ya, antes de que la paciencia de los aficionados se acerque al límite y acabe poniendo en el aprieto de tomar la decisión a los que se sientan en el palco de Mestalla. Porque hay una realidad, Nuno tiene un crédito en Singapur que en buena parte ha perdido en estos meses aquí, entre la gente. Al final, sea de quien sea la propiedad, un equipo tiene que ganar porque se debe a los miles de aficionados que animan y esperan más de los suyos. Después, por muy buena relación que uno tenga con el dueño de la compañía en que trabaja, los resultados son los que mandan en la gran mayoría de las empresas, y en el fútbol podemos apostar que incluso más.

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