El rumor de que había sido el último partido de Rubi como entrenador del Levante corrió como la pólvora la noche del pasado miércoles, cuando tras el derrumbe contra el Málaga hasta se hacían cábalas sobre quién cogería las riendas si se confirmaba. Por momentos, las especulaciones llegaban a más oidos, entre ellos de los que acostumbran a tener bien orientada la antena, aunque a la postre la bola se deshizo con la misma rapidez con la que se formó y la posible antesala de la noticia no fue tal. Superada la amenaza de movimiento sísmico, sin embargo, lo preocupante es que hubo un rato en que el riesgo de que el suelo se abriera sonó perfectamente verosímil tras ver al al equipo al borde del precipicio. Y es que, en plena réplica del rumor, la palabra que iba de boca en boca no era una conocida en los tiempos de Lucas como la de «destitución», sino la novedosa de «dimisión».

Grandes preguntas granotas

Más allá de lo que ocurra de aquí en adelante, y dejando claro que el mensaje oficial en todo momento fue que el técnico estaba «fastidiado» pero con fuerzas para continuar, la sensación de verosimilitud es la que ojalá desaparezca a toda costa. ¿Cómo? Ésa es la gran pregunta. Porque que hay que cambiar cosas está claro, pero ¿cuántas? Desde el relevo en el banquillo, el equipo ha pasado por distintas etapas hasta la involución actual, un proceso degenerativo del que tampoco el propio entrenador se salva. Los resultados negativos están haciendo muchísima mella y si algo es evidente es que, al contrario de algunas declaraciones, este no es el camino a seguir. En las últimas cinco temporadas ha quedado claro que un equipo que sabe a lo que juega es un equipo que se salva, y ahora mismo el Levante da muestras de fallar jornada tras jornada en lo primero y de estar lejos de cumplir con lo segundo.

Año nuevo, catarsis integral

Sobre la idea de definir claramente un camino es sobre la que hay que pivotar desde ya mismo se pierda, se empate o se gane en el Calderón. Cada vez está más difícil, pero la salvación no es imposible y ejemplos sobran para demostrarlo. Más que para mirlos blancos, el mercado debe servir para hacer una catarsis no tan sólo fichando, sino también soltando lastre si es necesario. Y si Rubi sigue, que sea con todas las de la ley. Que al próximo rumor a nadie le asalte la duda sobre si lo es o no.

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