Ante el Sporting, Negredo inflamó el arsenal de la crítica destructiva. En sus botas estuvo la victoria que necesita Mestalla. Se marchó hundido pero antes tuvo tiempo para dar la cara y ejercer de líder. Como siempre, en cualquier circunstancia y con todas sus consecuencias. Su trabajo, raza y compromiso no se discuten. Ni siquiera el día que hubiese deseado que lo tragase la Tierra para escupirlo en medio del desierto. Y entre tanto, mañana habrá a quien no le temblará el pulso a la hora de caricaturizarlo. Algunos se atreven con afirmaciones absurdas sobre su peso. Su peso se vio en el minuto cinco, cuando Feghouli falló tras una arrancada de Piatti. Lo primero que hizo Gary fue buscar a Negredo y pedirle que lo animara. En el 12, Enzo se lleva un golpe y mientras entran las asistencias, el inglés requiere su atención para transmitirle cómo disponer al equipo. Negredo suma, representa, se vacía. Es la referencia de un vestuario. No entiendo el ensañamiento de algunos. ¿Falló? El día que entren, lo harán todas de golpe. No desistas, Álvaro.

Buen primer asalto

Hasta la fecha, el circuito de energía del Valencia registraba de vez en cuando algún chispazo de fútbol, una realidad que daba para poco. Hasta el penalti de Danilo, el Valencia fue un equipo pleno, sólido, convencido y convincente. Una propuesta que transmitía, un estímulo que comenzaba en el banquillo y llegaba a los jugadores con el impulso de la grada. La tensión se convirtió en confianza. La afición, dentro de un marco de necesidad evidente, volvía a disfrutar gracias al colmillo de Enzo, la electricidad de Feghouli y los recortes geométricos de André. Por momentos, parecía un simulacro de dinámica positiva. Y entonces, llegó el penalti. El resultado lo fastidia todo, sí, pero comparto la seguridad del staff técnico de los Neville.

¿Dónde está el Gat?

En el penalti, el equipo echó de menos a Jaume, un especialista. Seamos realistas, el portero de las cinco grandes ligas en la primera mitad de curso, el hombre que sostuvo al equipo durante cinco meses, el nuevo ídolo de Mestalla... No merece ver el partido en el banquillo.

Y ahora, dos opciones

En su faceta como hombre invisible, un rol que intenta calzar sin éxito desde que cayó sobre sí la guillotina de los resultados, Nuno espera a que acaben los partidos del Valencia para sacar a su perro a pasear. No sé por qué, pero imagino al luso ayer a media tarde felicitándose un fin de semana más, orgullo en vena, ante la incapacidad del equipo para remontar el vuelo con Neville. «El culpable no era yo», intuyo que pensará, como dicen sus voceros de la órbita Mendes. La cuestión es que en esta situación de dificultad, al aficionado le quedan dos opciones: presionar el botón de autodestrucción o remar para salir adelante. Algunos apostarían por la primera pero el Valencia está en una semifinal y es el momento de creer.

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