Dice la sabiduría popular que querer es poder, aunque este Valencia CF ha demostrado demasiadas veces que no puede ni cuando quiere. En sólo un par de minutos el conjunto de Gary Neville perdió la batalla de los angustiados en el Benito Villamarín, dando evidencias de la fragilidad moral en la que se mueve la plantilla que Peter Lim ornamentó gracias a su sapiencia futbolística y a los consejos del súper agente y de su lacayo en el banquillo. Neville aterrizó en diciembre, directo desde un plató de televisión, para apagarle a su amigo un incendió que consumía hectáreas de pasión valencianista. Precisamente, ese terreno de ilusión sembrado con el espíritu de la Liga Europa 2014 y abonado fielmente durante la pasada campaña. El inglés heredó un problema que ha sido incapaz de solucionar. No ha puesto ni una gota de agua en un fuego que avanza generando cada vez un pánico mayor entre el aficionado. Después de derrota en el estadio del Betis, el Valencia encadena 12 partidos sin ganar. Cae en el fango de la Liga€ Un traspié más igualará la serie más nefasta de su historia en 1986. No quiere ni recordar qué pasó ese año.Dos minutos letales

El cara a cara entre los dos equipos más tristes de la Liga -los dos llegaban al partido sin oler la victoria desde tiempos inmemorables- lo resolvió el ídolo local, Rubén Castro. Aymen Abdennour la volvió a liar. No hay manera de que el tunecino se transforme en ese jefe de la defensa que Lim creía haber fichado. Y eso que últimamente parecía otro, estaba bastante entonado, incluso, durante la primera parte de ayer. Pero en la segunda se derrumbó. Fue la viva imagen del equipo entero, un grupo de jugadores que entrados ya en el mes de febrero no sabe todavía a lo que juega y, lo que es peor, no puede mantener la concentración a lo largo de 90 minutos. La voluntad, las carreras para presionar y los gritos entre unos y otros no valen de nada cuando no existe orden ni constancia en la ejecución de una estrategia. En el minuto 49 Aymen decidió quedarse quieto, encomendándose al fuera de juego y a un pésimo árbitro y abriendo una autopista al goleador local. No falló. «Igualito que Otamendi, tiene hasta mala sombra€», me decían por el famoso WhatsApp. Pues eso. Amén. Dos minutos más tarde, a Negredo y su remate en el área le faltaron fuerzas para haber empatado a pase de Cheryshev. Entre la pifia de Abdennour y la siguiente de Negredo fue el Betis el que dio el golpe mientras el Valencia, poco a poco, se fue apagando. No bastó el coraje, ni siquiera los agónicos coletazos finales, ni la última ocasión de Rodrigo, en un equipo que sigue igual que con Nuno. Sin una comunicación fluida con el técnico. Sin saber qué hacer ni cómo atacar con el balón en el pie. Quizá, por eso, cualquier error es toda una condena.

SOS de los jugadores

Puede sonar extraño, pero este Valencia es un grupo honrado. Nada tienen que ver los futbolistas de hoy con los Rami, Banega, Pabón, Canales y compañía de hace unos años. La mayoría está por la labor, pero en este momento tan delicado se requieren líderes dentro del campo campo y en el banquillo. Me viene a la cabeza, especialmente, el artillero de este Valencia, Paco Alcácer, y un entrenador que haga que los esfuerzos de cada uno sean los del equipo. Las caras perdidas de los jugadores, las miradas al suelo, sus ojos vidriosos y las palabras de hombres como Negredo y Ryan son una llamada de auxilio al valencianismo. Os necesitan.

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