Cap, cor i collons és el lema de la Delegación y los Levante Fans para el partido de esta noche. Acertadísimo, como el resto de su comunicado. Ipurua fue la demostración de que no hay nada que hacer sin esos tres ingredientes. Allí faltó cabeza en el planteamiento, corazón para creer y bemoles para no perder todos los balones divididos ante un Eibar que al ralentí corrió 4 kilómetros más, según revela el mediacoach. No fue la derrota lo que escoció, sino el enésimo paso atrás de un equipo sin crédito para mucho más. El tiempo se agota y aún no se ha roto la cáscara. «Que se maten en el campo», dice de los jugadores Calpe, cuya declaración hay que matizar: «Que no sea entre ellos».

¿Autodestrucción?

Lo de no «autodestruirse» fue cosa de Rubi cuando en rueda de prensa se le preguntó por el tema de marras de la semana. El técnico calló pero no otorgó, fiel a ese espíritu de club que le ha costado quedarse colgado. Es del estilo de Quico quitar volumen a los escándalos, por lo que la tibieza oficial era de esperar. Trujillo, del que nadie se imaginaba algo así, niega haber hecho lo que en el club están convencidos de que hizo pero que por el bien común prefieren dejar en un malentendido. A nivel de gestión, Rubi se equivocó porque era tan fácil como hacerlo viajar y dejarlo en la grada. En la historia reciente, no habría sido el primer técnico en hacerlo.

Ratificación

En función de lo que ocurra contra el Getafe, la posible destitución del técnico sería la última bala, aunque ni Manolo ni Quico están por la labor de apretar el gatillo. Aunque ya queda poco, hay más margen en la clasificación del que tendría un nuevo inquilino en el banquillo. Que Rubi cotiza a la baja no es un secreto, pero tampoco lo es que con él pasa como con el equipo, que no hay por dónde cogerlo.

Ghilas, a buenas horas

La convocatoria de Trujillo estaba tan cantada como el descarte técnico de Ghilas, futbolista non grato del que Rubi prescinde, después de lo dicho el día del Barça, para que no se caiga el estadio. El argelino no es el único culpable de la situación, pero representa lo peor que este Levante tiene. Nadie va a echarlo de menos. Seguramente ni el entrenador, al que la obsesión le ha acabado pasando una tremenda factura.

De JIM a Escribá

Desde la no renovación de Juan Ignacio, el mejor entrenador de la historia, el epicentro de muchos de los problemas está en un banquillo en el que nadie ha cuajado. Podría haberlo hecho Fran Escribá, que viene hoy con el Getafe y que tantísimo gustaba a tantos por estos lares.

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