Quizá esta semana pasada algún valencianista desahuciado residente en Malaysia o Tailandia se jugara toda la pasta que le quedaba esa noche de locura y desenfreno en alguna casa de apuestas local a que el Valencia ganaba 6-0 al Rapid de Viena. El motivo no sería otro que completar su proceso de autodestrucción progresiva, tras haber perdido su trabajo y al amor de su vida, haberse colgado una mochila al hombro y haber decidido caminar hacia delante, sin girar atrás, para dar la vuelta al mundo. Y allí, en una esquina del globo, tras haber perdido pasta en un pulso en un club de la lucha clandestino y haberse acabado todas las existencias de ron jamaicano, decidió que esa noche, antes de acostarse con el intenso sol ya sobre su cogote, lo único que le quedaba por hacer era creer en un resultado imposible.

Todo al rojo

Pero, ¡zasca! salió rojo par. Y se fue con los bolsillos rebosando dinero mientras murmuraba en español unas palabras que nadie captaba a su alrededor: «¡No entiendo nada! ¡No entiendo nada!». Ni siquiera el fracaso es posible de calcular. El fútbol está loco, loco, loco, y justo cuando creías que nada podía suceder, se juntan los astros y emerge el gigante de sus cenizas. Dentro del fútbol hay equipos que se agarran con uñas y dientes al destino, para evitar caer por el precipicio. Uno de ellos, por encima de sus jugadores, entrenadores e incluso de la esperanza de muchos de sus aficionados, es el Valencia CF. Si hay alguien en todo Mestalla que esperara un resultado así tras la serie de catastróficas desdichas, que alce la mano. Yo, lo reconozco, las tenía en los bolsillos desde hace semanas. Sólo utilizaba los brazos para alzar los hombros en señal de resignación.

Inglés

Pero nunca hay nada sujeto del todo a las leyes del azar. La llegada de Pako Ayestarán indica un método de trabajo, una voz autorizada y, por encima de todo, una voz a la que se entiende. No deja de sorprenderme que en los tiempos que corren pueda ser un hándicap para chavales de 25,3 años de edad la falta de inglés. Claro, que una cosa es el inglés internacional, estilo indio apache que habla la mayoría del mundo, incluidos gobernantes y poderosos, y otra cosa el inglés con acento cerrado de Manchester. Aún así, la decisión de traer a un capo que ya conozca la casa y recomendado por el mismo Carragher o Phil Neville ha supuesto un aliciente imprevisible. Ello, sumado a la victoria de la Liga contra el Espanyol con goles de Negredo y Cheryshev, conlleva que el bloqueo de los jugadores haya remitido. Quizá no esté del todo disipado, pero un partido contra el Granada es la mejor receta.

Estadísticas

El partido de Europa League tuvo un héroe estelar, Santi Mina. Participó en cinco de los seis goles que se llevaron en el saco los austriacos, aunque debo decir que la noticia no me tranquiliza especialmente. Me alegro por el jugador, muchísimo además. Pero me tranquilizó sobremanera que el último gol fuera una jugada colectiva con pase final de Rubén Vezo a€Rodrigo. Primero, porque libera al jugador vigués de ser el único capaz de romper las estadísticas en las casas de apuestas, lo que permite que haya otras alternativas en el gol; y segundo porque marcó Rodrigo, un jugador que debería ser noticia no cuando marca, sino cuando no lo hace. Y es que este equipo cuando rompe las expectativas, lo hace pero bien. Nunca antes en la historia breve de la Europa League un equipo había llegado al descanso con un parcial a favor de cinco goles. Ello hizo vibrar a los asistentes€ y a los ausentes. A partir de ahora, Mestalla a parir€ de gente, claro.

Granada la Bella

Es el momento de echar toda la carne en el asador. De analizar bien al rival y estudiar sus puntos débiles y de llevarse del Sur una victoria. Granada se encuentra en delicada posición. Es una excursión bonita, para los desplazados. Cinco horitas de trayecto por carretera merecen la pena si te da tiempo a pasear por el Albaicín y tapear a base de cañas y vinos. En esa tierra te ponen unos montaditos gratis con la bebida de tamaño pantagruélico. Aún es posible comer en España a precio de barra, callejeando, charlando con los camareros afables y admirando a las guapas del lugar. Tapa a tapa se llega uno a Los Cármenes cuando ya refresca, bajo la oscuridad bañada por el resplandor de la Alhambra€y del propio estadio. Granada es tierra de enamoramiento y el Sacromonte de encantamiento bajo el fuego, a la vera del flamenco. Una España desconocida para muchos y llena de encantos que, desprendidos del toque kitsch, son tan genuinos y auténticos como una buena cremà.

Naturaleza

Los jugadores no tienen que pensar más que en el estado del césped, el de sus mentes y los agujeros del rival. Pero alguien, en inglés, en español, en esperanto si es necesario, debe decirles que este año, a pesar de los pesares, aún cabe la magia. Aún cabe trepar hacia arriba en la clasificación hasta la orilla de la dignidad. Aún cabe luchar por alcanzar una final. Aún cabe ganarla. No se trata de las leyes del azar. La suerte no tiene nada que ver. Se trata de una norma estable a la que está sometida un fenómeno único de la Naturaleza, que no tiene explicación, como tampoco la tienen las ondas gravitacionales que predijo Einstein: la Ley del Azahar.

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