Cuando los cuatro equipos españoles que están jugando los dieciseisavos de final de la Europa League (entre ellos nuestro Valencia CF) han conseguido salir todos victoriosos y dejar sus puertas a cero, un hito que seguramente es histórico, se jugaba otro partido de esa eliminatoria entre los turcos del Fenerbahçe y los rusos del Lokomotiv Moscú.

El resultado, dos a cero a favor de los otomanos, no ha resultado lo más importante de la contienda, sino que, al acabar ésta, al ruso Dmitri Taresov no se le ocurrió más que quedarse en camiseta y dejar que se viera en la misma un foto del presidente Putin, con una indicación en cirílico que decía «El Presidente más educado».

El jugador, al ser preguntado por ese gesto, dijo que le parecía que el político al mando de la madre Rusia era lo mejor que existía y que, de esa forma, le quería mostrar su apoyo y solidaridad.

Es obvio que, tras la grave crisis entre los dos países, que se ha saldado con la prohibición de importar productos turcos a Rusia, además de otras sanciones, lo más prudente era no echar leña al fuego y obviar toda referencia que pudiera ofender a los otomanos, aunque fuera con un slogan algo tenue y la dichosa foto.

Pero, nos encontramos cada vez más con mensajes que los deportistas quieren hacer llegar a la sociedad y la mejor forma es en una competición de relevancia, como es la Europa League, ya que la repercusión que ha tenido la actuación de Dmitri ha sido mundial.

Pero, ¿deben o pueden los deportistas dedicarse a ser ciudadanos cuando están trabajando? Mi respuesta, pensada y reflexionada tras años de experiencia en el derecho del deporte, es que no. Lo que deben hacer los atletas es realizar la actividad para la que se les ha pagado, sin entrar en más consideraciones ni sociales ni políticas ni de cualquier otra índole que no sean las meramente deportivas.

Se alzan seguramente ya voces diciendo que intento evitar el uso de la libertad de expresión. Pero, lejos de mí esa idea, sino que cualquiera, deportistas incluidos, podrá realizar lo que crea conveniente, una vez no está en su trabajo. Es decir que si Piqué twittea algo, me parece que ejerce su derecho, como cuando le contesta Arbeloa o si alguien quiere dar su opinión sobre los refugiados o sobre quien debería ser presidente del gobierno en España.

Allá cada uno con su conciencia y su libertad de expresión. Lo que no es de recibo es que se utilicen los acontecimientos deportivos para lanzar mensajes, aunque está claro que tendrán mayor eco en ese momento, pero también lo tendrán cuando, una vez acabado el partido, duchado y en el aeropuerto, Dmitri hubiera lanzado un mensaje de apoyo a su presidente.

El problema surge cuando existe una reglamentación clara, como la de la UEFA, que impide que mensajes políticos sean llevados por los futbolistas. Ya lo han sufrido algunos equipos, como el Shakhtar Donetsk hace unos años o recientemente el FC Barcelona, con las banderas independentistas.

Nadie, en la UEFA, prohíbe las citadas banderas, como tampoco las camisetas de apoyo a Putin o cualquier otro mensaje político. Lo que prohíbe, y sanciona, es el uso de la competición para fomentar unas ideas políticas. El deporte, en su máxima e histórica versión, como son los Juegos Olímpicos, significaba una tregua a las guerras helénicas, y todos los atletas eran hermanos en esos momentos, independientemente de qué Ciudad-Estado griega defendieran.

La competición ahora también es un a modo de tregua, donde se debe lidiar para obtener un resultado contra adversarios, y no para utilizar y abusar del poder que el deporte otorga. Nadie impide al Presidente del Barcelona apoyar la independencia, pero no puede tener su bandera colgada del palco del Camp Nou ni tampoco Dmitri podía esgrimir esa camiseta-apoyo.

La sanción podría ser de diez partidos, pero no creo que sean más de cuatro. Veremos lo que ocurre. Se ha llegado incluso a pensar no poner en los mismos grupos de la Eurocopa 2016 a rusos y turcos, pero la UEFA ha dicho que no. Ya son muchos líos políticos los que el organismo intenta evitar en las fases previas (Rusia-Ucrania, España-Gibraltar, Armenia-Azerbayán€) como para debilitar la fase final€

Al revés, el deporte debe servir como resorte para ayudar a evitar conflictos, no a proporcionarles fuego. Recuerden el mundial de rugby de 1995 en Sudáfrica para convencerse de eso y, para ello, vean la película ´Invictus´, que ejemplifica lo que digo.

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