La Liga Europa -o Europa League, como se prefiere en el anglófono Valencia CF- merece ser tratada con todos los honores por parte de Gary Neville, su completo equipos de asistencia y, por supuesto, por la plantilla de futbolistas. El trabajo redondo realizado en la eliminatoria frente al Rapid de Viena debe continuar y servir como ejemplo en siguientes etapas de la competición. Aunque todo llegará, particularmente, aún me cuesta ponerme a soñar con el título europeo. Prefiero que los chicos de Neville cumplan el domingo dos semanas de victorias frente a los leones de Ernesto Valverde, prefiero antes verlos competir delante de adversarios rocosos como el renacido Málaga o el Atlético y prefiero primero imaginarme unos cuartos de final por Europa.

Athletic, una final de fe

En definitiva, uno continúa necesitado de argumentos para volver a creer en un Valencia CF que hasta hace nada -en concreto, semana y media- tenía medio rotos los sueños veraniegos de sus aficionados. Y creo que este es un sentimiento generalizado después del guantazo que se está dando el proyecto Lim durante su segunda temporada. Cuatro triunfos consecutivos le suben la moral a cualquiera, tiene razón Javi Fuego, pero el valencianista necesita que el domingo su Valencia le dé más motivos para ilusionarse con algo. Razones sólidas con las que empezar a convencerse de que, por lo menos, es posible luchar por la copa de la Liga Europa contra rivales como el Borussia de Dortmund, el Tottenham, el Sevilla, el Villarreal, el Manchester o el Liverpool.

El alma en Europa

A pesar de que siempre aparecerán palmeros con la bufanda en los ojos, dispuestos a aplaudir un sexto o un séptimo puesto liguero de un club que ha gastado millones y millones en fichajes, el aficionado que lleva toda una vida sufriendo y gozando del Valencia sabe que el objetivo es estar presente en cada edición de la Champions. Innegociable, pese a contratiempos temporales. Por eso mismo, la ilusión, las orejas del valencianismo, se concentran este mediodía en el sorteo de Nyon. En saber qui li ha tocat al Valencia, en pensar en los otros cruces y en quién tiene que caer aquí o allí. Hace unos días Diego Alves dijo algo parecido, «la Liga Europa es la posibilidad del solucionar el año». Pues eso. Hoy puede parecer un imposible; mañana, quizá no€ Pero al objetivo de club se une la obligación moral que este curso tienen los jugadores y el míster de dejárselo todo en el intento. Están en deuda y para poder saldarla el fútbol que fluye ante el Rapid debe hacerlo delante de pesos más pesados. No es hora de festejar nada ni darse ningún festín por pasar a octavos.

De Mina a Feghouli

Por encima del apabullante 10-0 a los vieneses, la eliminatoria significa un recarga de fe dentro de un vestuario que ha padecido de lo lindo en la Liga. Si Santi Mina renació en el partido de ida, el de vuelta dejó como principal protagonista a Sofiane Feghouli. Desde una posición más centrada volvió a demostrar que es uno de los mejores valores de la actual plantilla. Bien haría el club en no filtrar lo que no es y en buscar un acuerdo de renovación con quien quiere quedarse aquí.

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