La victoria no era lo único que necesitaba en el Derbi un Levante que además de los tres puntos consiguió reforzar su imagen de grupo convincente y creíble de cara a la salvación. Gran combinación de ingredientes en un partido que se coronó con las paces entre futbolistas y afición. Reconciliación, por cierto, en la que hasta el tuit sobre Deyverson de un valencianista ayudó lo suyo para ir cerrando filas. Una más de las fotos que, efectivamente, son la demostración de que por las venas de los granotas sigue corriendo sangre. Desde las de Rossi dando órdenes al lado de Rubi a las de Juanfran apretando los dientes cuando se le subían los isquios por el esfuerzo.

¿El colista, seguro?

No sólo es verdad, como dijo Rubi, que el Levante no jugó como un colista, sino que cuesta mucho creer que lo sea con los jugadores que tiene y el partido que fueron capaces de hacer. Eso sí, ni todos los días son domingo ni los nueve rivales que quedan van a cotizar tan a la baja como lo hizo el Valencia. Como en las últimas tres ediciones disputadas en el Ciutat, el Derbi se tiñó de granota. Y, además, esta vez enseñó el camino para que no sea el último, que era el auténtico drama que latía tras un partido a vida o muerte que el Levante disputó como tal.

A un tiro de piedra

Como había pasado en la primera media hora del Derbi disputado en Mestalla, la propuesta de Rubi volvió a surtir efecto ante un Valencia menguado que sólo creó peligro en acciones aisladas de Feghouli. Hay partidos a los que el discutido estilo del entrenador catalán les pega y otros a los que no, pero indudablemente este fue de los primeros. Los cuatro triunfos en casa de las últimas seis jornadas, con derrotas sólo ante Barça y Madrid, mantienen a tres puntos la permanencia tras un fin de semana propicio y en vísperas de visitar Riazor. Será un auténtico examen para un equipo que a domicilio, con permiso del empate de Anoeta, viene siendo cateador.

Licencias en la grada

El rebote hacia arriba en la clasificación es la lectura más práctica del Derbi, del que el Levante sale reactivado y casi que como nuevo, algo que no se había conseguido con las victorias anteriores. De la mano de un Deyverson que se marcó un partidazo tirando del personal, el Ciutat se reenganchó y hasta recuperó las ganas de chanza tomándose la licencia de cantar «Neville, quédate» o «el Valencia es de los chinos», pese a que por los pelos el Levante no lo sea hoy «de los americanos». Nada de lo conseguido valdrá si no tiene continuidad, pero desde luego reconforta saber que después de muchas vueltas se está más cerca que nunca de encontrar el camino.

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