El abrazo antes del pitido inicial entre Paco Alcácer y Juanfran García es el mejor detalle que dejó el Valencia en su paso por el Ciutat, la mejor imagen la última de Gary Neville hablando largo y tendido a través de su teléfono ya con el estadio vacío, banda arriba, banda abajo, sin atravesar la línea que ddeivive el campo propio del rival, como cuando vestía la camiseta del Manchester. Si al otro lado estaba Peter Lim, que sería lo más lógico, ¿qué le dijo esta vez el entrenador? Es importante porque él es de los pocos a los que escucha. ¿Quizá eso de «el problema soy yo»? No, Gary, si tú fueras el problema esto sería demasiado fácil, aunque es evidente que eres parte de él cuando perder es lo habitual y los jugadores deciden no disputar un partido que para mucha gente significa tantas cosas. Dijiste que había que salir a ganar porque, entre otras cosas, «el aficionado no lo entendería de otra manera» por mucho que el partido del jueves pueda parecer prioritario, pero los futbolistas no te escucharon.

Además, eso de que el Valencia se podía permitir tirar estos tres puntos está por ver, quedan nueve partidos y ya puedes sacar la calculadora a ver dónde se van a rascar esos puntos necesarios, porque lo de mirar para arriba se acabó. Los números son igual en castellano que en inglés.

Tampoco tendría que parecer que al Levante UD le han regalado lo que se ganó en el campo, la victoria en el Derbi la consiguió primero por convicción, por orgullo y también por fútbol, todo lo que no puso el Valencia. Salvar con un triunfo tan trabajado y emblemático este momento complicado es el refuerzo que necesitaba y, además, un equipo que tiene a Rossi y a Deyverson arriba no se va a ir a segunda división peleando como lo hizo y con el apoyo de su afición, que después de esto lo tiene asegurado para todo lo que falta.

Más artículos de opinión de Julián Montoro, aquí.