Ya habrá tiempo a partir del 16 de mayo para hacer balance y pasar a cuchillo al/los culpable/s de un hipotético descenso: todos en el levantinismo tienen al/los suyo/s y argumentos para justificarlo. Hasta entonces, lo único que queda es hacer fuerza por la salvación. Equipo, técnicos, club, afición e incluso prensa unidos por una misma causa. O por una mismo temor: ¿qué será de nosotros si el Levante baja a Segunda?

Con otras formas y otras palabras, la pregunta retórica la trasladó el presidente no hace mucho al vestuario. Un descenso obligaría a recortar gastos y personal, así como reformular el modelo de negocio azulgrana. Supondría un fracaso para Rubi en su primera experiencia en la elite. Un feo epílogo a la mejor etapa en 106 años de historia, liderada por Quico y Manolo Salvador. Y una salida o abrupta reducción salarial para los futbolistas.

Al calor de los rayos de esperanza que dejó el Derbi, la Delegación se ha lanzado ya a preparar un recibimiento y otras iniciativas para el partido ante el Sporting. Llegará este después de una semana rara, con parón de selecciones, con el carácter de imprevisibilidad que a estos siempre acompaña. Como al propio equipo, que hasta ahora ha sabido gestionar la angustia en casa y se ha ahogado repetidamente en la misma fuera de casa. En Riazor solo era bueno el empate visto el desenlace final, porque peor equipo en 2016 que el Depor no había en la Liga.

Fue justamente a raíz de aquel infausto 0-4 en el Ciutat ante los gallegos, hace casi tres años, cuando el proyecto empezó a dibujar una línea descendente. Esta se agudizó con el paso de los meses, aunque tanto fuera como dentro del club pocos han sido los que han visto realmente el peligro hasta bien entrada esta temporada. Hará falta en cualquier caso una profunda regeneración este verano. Pero no es lo mismo hacerla en Primera y con 40 millones en la mano (los de la tele), que en Segunda y con un solo curso de margen para evitar un tijeterazo más doloroso incluso que el del concurso.

Paralizada, como el resto de la realidad estructural del levantinismo, se encuentra también la Fundación. Más pronto que tarde tendrán que estallar las novedades. Mientras tanto, ni Fuertes Vidal ha ejecutado su requeteanunciada dimisión como presidente ni las instituciones públicas han sancionado oficialmente la pactada reforma de los estatutos.

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