Este domingo el Valencia tenía que pelear con el Sevilla cuanto menos por la Champions, pero ya sabemos que no es así y hasta tenemos bastante claro por qué. Resulta entonces que por un lado está Ayestaran intentando mentalizar a los jugadores de que pueden ganar, que es de lo poco que un entrenador puede aportar a estas alturas y con lo que llevamos detrás, porque además esto es un partido y desde luego que lo pueden ganar. Y después el resto en la tarea de convencer a la gente de que olvide por unas horas el hastío de esta temporada indigna para animar a los jugadores, hacer de este partido lo más parecido posible a una de esas citas especiales que todavía recordamos. Algunos lo merecen más, otros menos y algunos nada, pero por muchas razones es necesario. Una de ellas por el arbitraje. Es muy fácil equivocarse contra el equipo de casa cuando la gente ya no tiene ganas ni de protestar porque no reconoce a los suyos ni se ha sentido estos meses parte importante del Valencia CF, algo que consideraba y considera de muchas maneras suyo. El domingo no habrá árbitro ni nada que se atreva a pasar por encima de esta senyera y los 50.000 aficionados que habrá tras ella. Ni Ayala ni Carrete ni nadie somos nadie para decir a los demás lo que tienen que hacer, pero hay que ir. Amunt!

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