La elección de Pako Ayestaran genera bastante frustración entre una parte muy amplia de la afición y esa es una realidad que ha de afrontar sabiendo que no es algo que apunta directamente contra él, sino mucho más arriba. Las dudas son lógicas, desde luego que a nadie le agrada que se dude de su capacidad pero él no es tonto y es el primero que ha de entender cosas como que la gente no se fíe por una parte de su falta de experiencia como primer responsable de un equipo como el Valencia, después de lo vivido, pero también y sobre todo que el aficionado desconfíe de que la apuesta por él sea lo suficientemente sólida para afrontar ese futuro que todos queremos. Conviene recordar que, igual que en las últimas dos o tres semanas el Valencia ha transmitido a través de sus canales de comunicación que Ayestaran era el candidato número uno, hace poco más de dos meses la versión oficial era que Gary Neville era el entrenador del futuro y Peter Lim lo quería renovar.

Vemos que atrás quedan muchas incógnitas, pero se despeja una muy importante. Más allá del nombre del elegido, hay que celebrar por todo lo alto el hecho de que el propietario ha entendido en estos últimos dos meses que no vale con ser amigo ni iluminado para entrenar al Valencia CF, al menos para ganar, que es el objetivo. Respaldar la decisión de Suso y Layhoon es la gran conquista siempre que ese criterio se mantenga en el tiempo, a la hora de confeccionar la plantilla y para futuras decisiones que habrá que afrontar. En realidad, queriendo o sin querer, el club convirtió al entrenador el día de su presentación en una pieza más del profundo cambio que se anuncia y arranca con esta decisión. Pako no es una estrella, pero desde ya es el nuevo entrenador del Valencia CF, necesita nuestro apoyo como bien dice la presidenta y muy mal se tendrían que dar las cosas para que de entrada no lo vaya a tener.

Más opiniones de Julián Montoro.