Reconozco que soy un maniático de las palabras y que disfruto encontrando sus significados en el diccionario. Este fin de semana me ha dado por buscar la que, a mi juicio, va a dominar la vida del Valencia la próxima temporada: Austeridad. «Cualidad de austero», «mortificación de los sentidos y las pasiones». Por «austero» puede entenderse algo «sobrio, morigerado, sin excesos». «En esa época llevaba una vida austera, sin lujos», nos da la RAE como ejemplo. El proceder de Peter Lim en la primera y más importante decisión para el nuevo curso y lo dicho por el elegido, Pako Ayestaran, en las últimas dos semanas, desde un día antes de liarla en Mestalla contra la Real hasta la última tournée mediática, dejan pistas evidentes del rumbo austero que se ha tomado. No es necesario coger una lupa a lo Holmes o creerse el teniente Colombo. Primero fue el deber de «estar totalmente alineado a la política de club» cuando se le preguntó si ofrecería resistencia a las posibles ventas de André o Mustafi, después vino lo de «tengo el perfil perfecto para el proyecto» y, por último, esta reveladora declaración: «Me gustaría tener la posibilidad de gastar 140 millones como el año pasado y estoy seguro de que fallaríamos mucho menos, pero la realidad no va a ser esa... No todo es dinero». Claro que no. Si todo fuera dinero y sólo dinero, aunque tienen y bien que lo invierten, jamás de los jamases el Leicester hubiera ganado la Premier o el Atlético hubiese jugado dos finales de la glamurosa Champions en tan poco tiempo emulando al Valencia guerrero de 2000 y 2001. La austeridad para el deporte no es comparable con esa que sale de la boca de los políticos. A priori, no es buena ni mala, pero sí exigente. Muy exigente. La austeridad obliga a trabajar más y mejor, a multiplicar el nivel de profesionalidad. En un Valencia en el que el máximo accionista ha apretado la manivela del grifo, al menos, hasta compensar los gastos en fichajes con los ingresos de alguna venta o el ahorro de salarios no acordes al rendimiento como los de Negredo, Enzo y Abdennour, ahí, toda la responsabilidad cae sobre las espaldas del director deportivo y, a partir de agosto, del míster. Es la hora de que Suso agudice el ingenio y halle en cualquier lugar del mundo, no sólo ya en los mercados de Portugal, ese futbolista que sin costar 25 ´kilos´ sea capaz de rendir igual o mejor que los que están a primera vista en el escaparate. Y en un Valencia que ha preferido no igualar la nómina del entrenador a las de sus dudosas estrellas, ahí, Ayestaran tendrá que construir un equipo para competir con Atleti, Sevilla y Villarreal... Si Pako lo logra, será para quitarse el sombrero. PD: Esto no es Singapur, pero la gente no es boba para creerse que el hambre y no el dinero ha sido la clave para escoger técnico. Ranieri tiene 64 años, 29 de experiencia, y de hambre ha ido sobrado para merendarse una Premier muy rica.

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