Noche inolvidable de baloncesto la que nos hizo vivir ayer el Valencia Basket. Con las bajas de Van Rossom, Sikma y Rafa Martínez pocos apostaban por él, y más aún cuando Shurna y Diot se quedaron en el camino. Pero este equipo esta hecho de otra pasta y, pese a que la fortuna no le ha acompañado en los momentos importantes de la temporada, nunca ha bajado los brazos y siempre se ha dejado todo en la pista. Por todo ello, sólo se puede decir «muchas gracias».

Gesta en la pista

Se agotan los calificativos para describir el esfuerzo y la entrega, sin olvidar el talento, exhibido por los taronja en la pista. A La Fonteta no le quedó otra, al igual que a todos los que vieron el envite, que quitarse el sombrero ante un grupo de jugadores y un entrenador, Pedro Martínez, que merecían un partido como este. El baloncesto, esta vez sí, hizo justicia con ellos.

Identidad propia

«Es difícil ganar a quién nunca se rinde». Es una pancarta habitual en la Fuente de San Luis y que refleja a la perfección lo que es este equipo y su máximo accionista, Juan Roig. El mecenas, como no podía ser de otra manera, vivió el choque con mucha intensidad, estalló de alegría con la canasta de Vives y, una vez más, bajó al vestuario a felicitar primero al técnico, y luego a la plantilla. Mañana es mañana y veremos que sucede, pero de momento que les quiten (que nos quiten) lo ´bailao´. Eso sí, este equipo merece todavía más y si alguien piensa que ha tocado techo€ está equivocado.

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