Guillem Vives. Así se llama el jugador del Valencia Basket que ha saltado a la fama por un canastón espectacular. Vives es joven, muy joven, pero tiene un instinto de ‘figurón’ que nadie me puede discutir. Y se la jugó. Es un tipo sin miedo, con confianza y con unas ganas de crecer enormes. Hoy, es cierto, tal como está en cuadro el Valencia Basket, puede quedar la eliminatoria decidida. Ahora, eso sí, siempre nos quedará en el recuerdo ese equipo repleto de bajas que se permitió el lujazo de endosarle una derrota al Madrid en el último instante firmada por Vives, que ha llenado de satisfacción a todos los amantes del deporte. Y sí, me voy a permitir un lujazo que no debería cometer pero al que casi me obligan tipos con el carácter de Vives. La respuesta es clara. Si el Valencia piensa seguir invirtiendo el escaso dinero del que dispone -ahora mismo ninguno- bueno sería que fichara a un montón de Vives futboleros. Al menos, con gente así, y aunque no lográramos nada, sí que nos sentiríamos orgullosos de nuestro equipo.

Se me van a cabrear

Vale, sí, ya sé que me estoy metiendo en un charco tan enorme que al final va a afectar a mi credibilidad como columnista. Pero yo sigo pensando en lo mismo. Me da igual hacia dónde encamina sus tiros el Valencia del futuro. Sé, eso sí, que primero tiene que vender prácticamente lo invendible para ir conformado un equipo que nos haga un poquito de gracia a los que amamos este deporte. Y sí, obviamente no soy secretario técnico ni entiendo más allá de fútbol que lo que me han aportado un mogollón de años. Pero, miren, tras ese mogollón de años y tras ver el desparpajo y hambre de un chaval como Guillem Vives en el tercer partido de semifinales ante el Real Madrid lo que sí tengo claro es que me encantaría que el Valencia del futuro se dedicara a fichar tipos de esta guisa. Ojo, no estoy diciendo gastarse un dineral en tipos más o menos solventes. No, de eso nada. Sí estoy escribiendo que el Valencia necesita gente implicada que se deje la piel en cada encuentro.

Nuestra imagen

No me voy a ir muy lejos. Pienso en el Valencia Basket del pasado martes, un equipo roto por las lesiones midiendo sus fuerzas contra un coloso monetario como el Real Madrid, que encima suele contar con la ayuda de los árbitros de turno, y no puedo dejar de comparar a ese equipo maltrecho con el Valencia que ha acabado la temporada. La comparación me pone los pelos de punta. ¿El Valencia ha tenido una entrega parecida a la del Valencia Basket? No, ni de lejos. Los jugadores del Valencia, una vez salvados de la deshonra de poder caer a segunda división, se relajaron y nos brindaron un final de la Liga casi patológico. ¿Y? Pues que yo en este Valencia, y por mucho que lo intento con buenas intenciones, no veo ningún jugador estilo Vives capaz de luchar por la victoria hasta el último suspiro como hizo el base del conjunto taronja.

Y eso fue mucho

Voy a agotar este artículo hablando de Vives pero hablando más del espíritu combativo de Vives y de todo el Valencia Basket. Es alucinante que, teniéndolo todo en contra como lo tenían ante el Real Madrid, sacaran ese resultado llerna de satisfacción a todos esos seguidores con cara de orgullo por lo visto en la Fonteta. La ovación fue atronadora y de gala... como se merecen Guillem Vives y sus compañeros en el equipo que comanda en la sombra don Juan Roig. No sé si lo que vimos significa vivir un espíritu Mercadona. Sí sé, por contra, que lo que hemos visto todo el año en el Valencia es absolutamente distinto a la implicación demostrada por los jugadores de basket. Y sí, ya como despedida, me encantaría que Suso García Pitarch esté trazando en su agenda los nombres de varios Vives del panorama futolero. Eso para mí ya sería mucho. Y sí, vale, sé que voy a tener que esperar días y días y días...

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