Tranquilos, que no voy a hablar del Brexit. Pero en este día en el que hay que ir a votar sí que quiero llamar la atención sobre la admiración sobre lo patrio o lo externo. Por ejemplo, sí se nos puede llenar la boca alabando medidas como la islandesa sobre su sistema económico y político, y decir que nuestros políticos -a la vista está- no están a la altura. Trasladado a lo futbolero, nos impresiona que un polaco o un francés puedan sentir admiración por la selección española y la veneren tras sus últimos triunfos.

Pero ¿y al revés? ¿Y si un español dice que en esta Eurocopa no va con España? ¡Ojo! No digo que vaya en contra, simplemente hablo de no participar del forofismo. Del tobogán de sensaciones en el que el entorno de la selección ha sumido al equipo de Del Bosque en un debate de máximos o de mínimos.

Tras el partido ante Turquía, los análisis sobre ‘La Roja’ -apelativo que la Federación española copió de la selección chilena, que fue quien comenzó a utilizarlo en un principio- eran de un triunfalismo tan rancio como desmedido. La selección había ganado la Euro sin jugar siquiera el tercer partido del grupo. Las faltas de respeto a Croacia en la previa del partido fueron tan sonrojantes como el fatalismo tras comprobar que España se iba por la parte difícil de cuadro. La memez supina de echarle la culpa de la derrota al calor -claro, porque como todo el mundo sabe, los croatas tienen un clima tropical que tira de espaldas y no les afectan las altas temperatras tanto como a los españoles- que se escuchó en la cadena de televisión que da los partidos demuestra el nivel de la profundidad del debate que gira en torno a esa selección.

Italia y Alemania

Siempre me declaré fan de la competitividad de Italia y de Alemania. Y desde la frialdad, no suelo participar en la euforia desmedida que envuelve a la selección española. Decir esto en este país supone el riesgo de que te tachen de anti-patriota, de hater, o de forofo localista. Ese reproche de ‘no vas con la selección porque no lleva a los de tu equipo’ me hace mucha gracia. Básicamente porque sale de la boca de tipos tan españoles que se pasan el 90 por ciento de su tiempo hablando de Cristiano Ronaldo, de Messi y de demás estrellas de ‘sus equipos’ en programas con vocación -sólo vocación- nacional. Y me hace gracia porque son los mismos que celebran los goles de la selección mientras narran los partidos -algunos de alguna cadena, y hay vídeos que lo demuestran- o se calzan la camiseta de la selección en la tribuna de prensa. Y a mi eso me parece fantástico, de verdad. Ahora bien, vaya usted a la tribuna de prensa del Santiago Bernabéu a narrar un partido del Valencia CF con la camiseta del murciélago puesta y salte como un poseso mientras canta un gol de Paco Alcácer. «Forofo» o «paleto» va a ser la más liviana de las catalogaciones de los mismos que sí lo hacen cuando se trata de la selección.

Unas copas de más...

Lo digo abiertamente, no me gustó como Vicente del Bosque repartió premios y castigos en la lista final de 23 jugadores. Palo para Alcácer, Saúl Ñíguez, Mario Gaspar y premio para Bellerín, Bartra, Pedro -muy agradecido y solidario él- o Lucas Vázquez. E incluso puede salirle bien y acabar ganando la Eurocopa pero eso no cambiará mi pensamiento de que no se ha hecho bien. Es cómo coger el coche una noche con tres copas de más y llegar sano y salvo a casa. Sí, te ha salido bien. Pero no has obrado correctamente.

No es que vaya en contra de España, simplemente simpatizo más con otras. Sólo me sentí representado por la España de Luis Aragonés. El padre de todo esto, su inteligencia, su fútbol y fundamentalmente su independencia me ganaron para aquella causa. Lo de ahora es diferente.

Y ahora, una vez escrito esto, volverán a llamarme paleto y forofo localista. Es más, no me extrañaría nada recibir un comunicado del ministerio del interior declarándome apátrida y exigiéndome con urgencia que devuelva el pasaporte.

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